El enjambre de la oposición
Por Javier Solórzano Zinser
La oposición sigue sin dar pie con bola. Todo indica que sigue esperando a que pase algo negativo con el gobierno o el Presidente para tomar fuerza.
Si nos atenemos a las encuestas que miden la imagen del Presidente más vale que por ahora se descarte que la opinión pública vaya a cambiar de percepción sobre López Obrador. Más bien se consolida y hay que considerar que a estas alturas de su administración es un fenómeno importante.
No hay indicador que pudiera colocar en una situación distinta al Presidente. Una cosa es lo que pueden decir los medios, las redes y el análisis de las contradicciones sobre la gobernabilidad y otra muy distinta lo que el grueso de la población piensa y ve en el Presidente.
Buena parte de la fuerza de López Obrador se encuentra en la marcada debilidad y contradicción de la oposición. Las cosas llegan al grado que últimamente se ha dedicado a ironizar de nuevo con sus “adversarios”, les ha sugerido que se vayan de retiro; por momentos los tiene bocabajeados.
La oposición no ha encontrado cómo quitarle la agenda y el discurso al Presidente. Está ocupada en intentar conformar una alianza que no alcanza a despuntar, porque los partidos traen líos internos de los cuales no pueden salir.
Por ahora por más nombres que haya no ha surgido uno que esté logrando llamar la atención. Lo que ha venido pasando es que los que han levantado la mano materialmente andan peleándose por ser más en sus partidos, que por tener una identidad que los haga auténticamente ser.
Es cierto que López Obrador no estará en la boleta. Sin embargo, va a hacer todo lo posible para estar, incluso pudiera ser que por encima de quien intente sustituirlo. Para atender está el tuit que envió ayer Lorenzo Meyer en el que de plano aseguró que “para llevar adelante cambios largamente propuestos, el liderazgo de López Obrador es indispensable y difícilmente sustituible”.
Viniendo la opinión de un personaje como Lorenzo, sin duda sorpresiva y muy cercano al Presidente, da la impresión de que pudiera buscarse crear un terreno fértil para ello, lo cual nos coloca como país y sociedad en escenarios en que parece que se anda midiendo cómo se ven las cosas, el asunto es de focos rojos.
Mientras esto pasa la oposición se anda peleando por migajas. Está pensando en vencer en el 2024 sin tener pólvora, lo que tiene son confrontaciones internas en los partidos con aspirantes que por ahora no tienen que ver con la base que tiene el Presidente por todo el país.
Si bien las pasadas elecciones en la capital mostraron nuevas vertientes ciudadanas, muchas cosas no cambiaron en el país. La CDMX es una referencia, pero no necesariamente influye en el ánimo ciudadano en los estados.
En el sur del país se encuentran cada vez más agradecidos con el Presidente por las obras emblemáticas, por más que haya razones suficientes para cuestionarlas. Estas críticas no entran en sus razonamientos, lo que está cotidianamente es que además los programas sociales se cumplen y que el Presidente con todo y su discurso aletargador y muchas veces conservador en sus objetivos sobre el desarrollo social, económico y político, sigue siendo uno de ellos y está con ellos.
La presencia de la oposición en las redes, en los medios y en las secciones editoriales de los diarios no es sinónimo de que esté penetrando en el grueso de la población. López Obrador gobierna en estos espacios sin que haya disminuido su popularidad.
La oposición está en un enjambre. Si algo la mantiene con causas y vida es la Corte, la cual no ha dejado de hacer sus tareas, si no fuera así no estarían diciendo que “ya la perdimos”.
RESQUICIOS.
Hasta ahora no habido un desmentido oficial sobre el espionaje contra Alejandro Encinas. No se puede minimizar, porque fue desde los aparatos de gobierno como se le espió. Es un delito y no es como para decir que no pasó nada, por más que en otros años se haya espiado a los que hoy gobiernan.