Quebradero

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Zigzaguear

 

 Por Javier Solórzano Zinser

 

El Presidente en los últimos años se ha dedicado a militar, hacer campaña y a gobernar. No va a dejar de hacerlo hasta que termine su mandato y en una de ésas también después. Cada vez que la oposición decida salir a la calle el Presidente lo hará inmediatamente bajo cualquier tipo de pretexto.

La manifestación del sábado es una prueba más de su estrategia. Si sale la oposición a la calle saldrá a la calle con más gente y le echará en cara a sus opositores su incapacidad para llenar la plaza como él lo hace. No sólo los menosprecia, también los señala y les hace ver bajo cualquier pretexto su condición de clase.

Su capacidad de maniobra no se ha perdido en lo más mínimo. Si bien existe un inevitable desgaste, sigue teniendo el poder para hacerlo a sus anchas. La calle nunca ha dejado de ser su gran aliado. Es su hábitat natural en donde sus furibundos seguidores encuentran la mejor manera para estar con él y rendirle pleitesía. En la conciencia o inconciencia, para López Obrador esto último es fundamental. Le gusta que lo vean y además tiene una fórmula muy bien desarrollada que le permite estar cerca de la gente. Para el Presidente, que lo reconozcan le resulta algo fundamental en su persona, en su proyecto y ahora más que nunca en la gobernabilidad.

Si bien el tabasqueño cada vez provoca mayores enconos y provocaciones, también se tiene que identificar de manera muy clara que sus seguidores lo defienden ante cualquier circunstancia o crítica con una vehemencia mayúscula.

El Presidente es la personificación del movimiento. Morena resulta a menudo un satélite porque todo se concentra en lo que hace o deja de hacer el Ejecutivo. Por más obvio que sea todo esto es importante recordarlo para los momentos que se vienen.

En muchos casos, a diferencia de lo que se dice, ha ido creciendo el número de personas que están con él. Los programas sociales están cumpliendo con el objetivo de por un lado ayudar a la gente y, por el otro, llevar a cabo un claro trabajo político para que todo ello sirva para defender el proyecto político del Presidente.

Buena parte del discurso del sábado terminó por ser una especie de herencia de lo que le está dejando establecido a su sucesor o sucesora, lo cual van a tener que plantear como principio para, por lo pronto, alcanzar la candidatura: el mensaje es claro, no se vale ni zigzaguear.

La oposición parece que no ha entendido que el Presidente no va a bajar la guardia. El sábado lo vino a confirmar: el proyecto de la 4T tiene que seguir y debe haber continuidad, lo dijo para que lo entendieran las “corcholatas”, pero sobre todo para arengar a una masa anónima a que no pierda de vista que esto llegó para quedarse y que no debe bajar la guardia a la vez que hay que defender a como dé lugar el proyecto.

Si ésta ha sido la tónica de estos años más vale que la oposición vaya entendiendo que se va a intensificar la estrategia. López Obrador sabe que se puede conservar la Presidencia, pero que en el Congreso las cosas van a ser distintas. Es por ello que ha intensificado de manera clara todos los procesos de reforma que le son fundamentales, porque sabe que en el futuro no va a haber manera de ello.

Quiere echar a andar todo lo que pueda porque el futuro ya no va a ser de él. Construir las bases de lo que asume como cambio significa algo que por las razones que se quiera le es fundamental, trascender.

La oposición debe asumir que lo que viene va a ser todavía más intenso de lo que se ha vivido en estos años. El Presidente no va a recular ni para tomar vuelo. Si a estas alturas la oposición no se ha dado cuenta significa que no ha entendido nada de lo que ha pasado en estos años.

Lázaro Cárdenas Batel se mueve de manera discreta y con perfil bajo. Estos años subió y bajó escaleras de Palacio Nacional con el Presidente y entendía la importancia de los pocos minutos para informarle de aquello que quizá ni por asomo se atreven a plantearle quienes forman parte del séqui