Esto no se acaba hasta que se acaba
Por Javier Solórzano Zinser
Genaro García Luna va a tener que decidir si se queda solo o se lleva en el camino a quienes fueron sus cómplices o jefes.
La decisión podría eventualmente rebajarle la sentencia y pudiera también sacar algún tipo de ventaja dentro de la adversidad de la cual no va a salir.
No es claro lo que pueda decidir. Si no quiso declarar en el juicio seguramente se debe a que todo lo que diga puede ser usado en su contra y en contra también de otros a los cuales tendrá que pensar si los coloca en el banquillo de los acusados. Algunos de sus cercanos están detenidos, pero habrá que ver en el marco de todo lo que decidió e hizo quiénes fueron sus cómplices o a quién obedeció para desarrollar una estrategia de complicidad con la delincuencia organizada y que ahora con la decisión del jurado en Nueva York, acaban por mostrarse aún más evidencias.
Es cierto que a lo largo del juicio no vimos pruebas concretas y materiales de las presuntas responsabilidades de García Luna. Sin embargo, la narrativa que se fue creando dejó en claro que a lo largo de muchos años la seguridad del país se manejó más-menos en los términos en que quedó evidenciado en el juicio.
El silencio de García Luna terminó por ser parte de la decisión del jurado. Como se dijo desde el martes, lo único que preocupó al acusado fue que su mujer defendiera la forma en que hizo su dinero, pero en lo que corresponde a sus responsabilidades como jefe de seguridad no dijo absolutamente nada.
Su abogado trató de desacreditar los testimonios, pero enfrente solamente puso como argumento las contradicciones en las cuales efectivamente cayeron los testigos, pero no puso nada sobre la mesa que pudiera abiertamente desmentir lo que se dijo a lo largo de varias semanas en términos de sus muy señaladas responsabilidades; la palabra “traición” lo acompañó desde el primer día del juicio.
García Luna ya no tiene salida. Lo que tiene es la posibilidad de que a través de la figura de testigo protegido pueda ofrecer información que le resulte de primera importancia a la justicia estadounidense en lo interno y en su relación con nuestro país. Pudiera hablar sobre lo que vivió y vio cuando era responsable de la seguridad y quizá también pueda hablar sobre lo que conoce de lo que actualmente pudiera seguir pasando en México.
Está metido en una maraña en donde desde la “tribuna” materialmente lo alientan y exhiben para que señale a Vicente Fox y a Felipe Calderón. López Obrador encuentra en García Luna quizá el elemento más acabado para de una vez por todas poner en evidencia a Felipe Calderón. No lo pudo hacer con la elección del 2006, pero sí podría suceder que con el testimonio de García Luna pudiera terminar por fin señalándolo y evidenciándolo, que es algo que ha querido hacer desde hace tiempo.
El comunicado que dio a conocer Calderón el miércoles no termina por ser convincente. No aborda el tema García Luna siendo que era un personaje íntimamente ligado a él. Algunos panistas le andan buscando una salida pidiéndole que reconozca que García Luna lo traicionó, no vemos cómo.
La seguridad del país no puede verse desde la Presidencia a control remoto. Los presidentes son responsables directos de ello, así ha sido, es y seguirá siendo. Por más que en los tiempos actuales el Ejército esté cumpliendo con estas funciones la responsabilidad primera es del Presidente. No vaya a ser que quienes hoy señalan y fustigan al paso del tiempo sean los fustigados y señalados.
Con la decisión del jurado la historia no termina. Están pendientes una gran cantidad de vertientes empezando por quienes nos gobernaron aquellos años.
RESQUICIOS.
El Presidente opinó sobre Nicaragua. Apuntó que la nacionalidad no se quita por decreto y ofreció darle la nacionalidad a los nicaragüenses que lo quieran, pero dijo que “en ningún momento nos prestaríamos a una campaña contra Nicaragua y su gobierno”; tablas con sesgo favorable a quien gobierna.