La maraña de las tesis
Por Javier Solórzano Zinser
Hace días hacíamos referencia a que un escenario que complicaría aún más el caso de la tesis plagiada sería que corriera el tiempo y que no se resolviera; en la medida en que pasa el tiempo el riesgo crece sobre todo contra la UNAM.
A lo que está llevando el amparo solicitado por la ministra es a que el problema se alargue y que sea difícil poder resolverlo. Queda la impresión que la ministra al solicitar un amparo está tratando de hacer tiempo, pero sobre todo está evidenciando su desconfianza a lo que se vaya a decidir en la Universidad en la cual estudió y a la cual ha defendido sin poner de por medio crítica alguna sobre la forma en que la Universidad decide sus asuntos.
Uno de los riesgos está en que podría no conocerse a detalle qué fue lo que pasó. Se estarían conjuntando diferentes circunstancias que dejarían el asunto en el limbo. Si nos atenemos a los motivos que pudieran estar detrás del amparo si a alguien termina favoreciendo es a quien lo solicitó. En un caso como éste bien podría caber una de las frases favoritas del Presidente: “quien nada debe nada teme” o sus innumerables referencias a que no hay que esconder las cosas.
La UNAM se ha manejado ante este muy complejo asunto de manera desigual. Ha ido enderezando su estrategia al paso de los días, pero algo que debió hacer desde un inicio es haber sido el escuchar directamente a las partes, porque independientemente de que era necesario, diríamos por principio, a esto se sumaba que el caso bien se sabía que se iba a convertir en un asunto mediático en el cual muchos actores políticos de alto nivel estaban involucrados e interesados de muchas maneras.
La transparencia y el principio de escuchar a las partes debió ser el punto de partida. La voz del abogado de la Universidad confundió un poco al principio, pero por la forma en que hoy se están manejando las cosas la UNAM ha sabido dirigir bien el rumbo del asunto.
El lío tenía que resolverse lo más rápido posible, pero no por ello sobre las rodillas. Lo importante es que al depurar lo más rápido posible las cosas las tentaciones y espacios para atacar a la UNAM, independientemente de que la institución se la pase librando estos lances, se diluiría y no habría terreno fértil para hacerlo.
Lo que cada vez llama más la atención es ir viendo cómo ha evolucionando la actitud de la ministra. De ponderar a la Universidad y elogiarla y destacar la transparencia, libertad y autonomía con la que desde siempre se ha manejado, ha venido a optar por la opacidad y el silencio en un hecho sin duda de suyo extraordinario.
Todo se agudiza aún más porque a finales del año habrá cambio de rector. Es un tema que agita inevitablemente a la Universidad a lo que se suma que existen evidencias de que para el Presidente va siendo un asunto de primer orden.
Las críticas que ha hecho a la Universidad pasan por visiones marcadamente ideologizadas entrando en terrenos muy pantanosos como el de neoliberalista y conservadora, todo ello muy lejano, incluso contrario, de las premisas básicas del espíritu de una institución tan querida, respetada, prestigiada y reconocida en el país y en el mundo.
Hasta ahora todas las investigaciones hechas llevan a que la ministra plagió la tesis. Pudo haber coincidencias en los trabajos, pero lo que se ha dado a conocer sobre las tesis de una y otro deja evidencias del plagio.
Lo peor que puede pasar es que el tema se vaya a la nave del olvido, pero por ahora hay evidencias de que el amparo muestra que hay algo que la ministra no quiere que se sepa además de que lleve las cosas a escenarios sumamente riesgosos.
RESQUICIOS.
El gobierno mexicano sigue haciendo mutis ante la situación en Nicaragua. La política exterior se vuelve severa ante Perú, en donde un presidente se dio un autogolpe de Estado y fue depuesto, pero ante un gobierno que expulsa y quita la nacionalidad a sus opositores políticos y además los expulsa del país no se dice nada de nada.