Sin estigmas, sin prejuicios: ¡igualdad ya!

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

El eslogan “¡Igualdad Ya!” es el llamado a la acción establecido por la Organización de las Naciones Unidas cuyo propósito es incitar a los gobiernos, la sociedad civil y las organizaciones de salud para impulsar prácticas que pongan fin a la proliferación del SIDA y para abordar las desigualdades que enfrentan las personas contagiadas de VIH.

A partir de 1988, la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró el 1 de diciembre como el día para conmemorar la lucha mundial contra el SIDA, la intención es unir al mundo para apoyar la causa de personas que viven con el VIH y recordar a los fallecidos a causa de dichos contagios.

El VIH se detectó en la década de los ochenta en los Estados Unidos, al inicio poco se conocía de este virus, por tal motivo se desataron temores irracionales con respecto a las formas de contagio, lo que generó la estigmatización, discriminación y segregación para los enfermos. Al poco tiempo los cineastas dirigieran su mirada al tema y se produjeron filmes que abordaron casos, en su mayoría ficticios, pero sustentados en situaciones reales de las desigualdades que ha perpetuado la epidemia del SIDA.

Las primeras producciones estuvieron centradas en los efectos de la enfermedad en la comunidad homosexual y no llegaron a grandes públicos, sin embargo, una película comercial, Philadelphia (1993), atrajo la atención de los cinéfilos, especialmente por el reparto protagonista: Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas.

El argumento de Philadelphia está centrado en la falta de información, la estigmatización provocada por el miedo y los prejuicios por una enfermedad  prácticamente desconocida en ese tiempo, todo ello lleva al protagonista a enfrentar un despido injustificado, una notoria discriminación, no solo por estar infectado de VIH, sino por su homosexualidad.

Una mirada distinta es la que ofrece Dallas Buyers Club, producción del año 2013. Es un filme que toca tres aspectos esenciales de las circunstancias que enfrentaban los enfermos de SIDA en 1985: el primero es la forma de contagio, el segundo la falta de tratamientos eficaces para combatir la enfermedad y los prejuicios contra la homosexualidad que generan estigmas para la aceptación e inclusión social de los enfermos.

Una película reciente que habla del SIDA es 120 pulsaciones por minuto, producción francesa de 2017, dirigida por Robin Campillo. Este filme reconstruye los primeros años de activismo y lucha contra esta enfermedad en Francia.

La historia presenta un grupo de jóvenes parisinos afectados por el VIH que deciden poner en marcha un colectivo llamado Act Up para reclamar medidas y brindar tratamientos eficaces a los afectados. La trama es un retrato realista acerca de la eclosión del SIDA en Europa y la presión activista para elevar la conciencia en la sociedad y presionar a las farmacéuticas en la distribución accesible de medicamentos.

Finalmente, la cinematografía es una forma de evidenciar y sensibilizar a la sociedad sobre temas fundamentales como los derechos humanos, el desarrollo sostenible o la salud. Aún persisten desigualdades que podrían ser peligrosas, porque obstaculizan el avance para combatir la proliferación del VIH, están en juego millones de vidas y se requieren medidas de salud y sociales urgentes para promover que los programas de ayuda lleguen a las personas que los necesitan, en el momento y el lugar adecuados; de igual manera se tienen que proteger los derechos fundamentales y la dignidad de las personas contagiadas de SIDA ¡Igualdad ya!