El domingo. Asomándose a lo que viene
Por Javier Solórzano Zinser
Era previsible la reacción del Presidente ante la marcha del próximo domingo. Algo similar sucedió cuando era Jefe de Gobierno y se refirió a miles y miles de personas que salieron a la calle para protestar por la violencia.
Lo que le ayudó en aquella ocasión fue que no pasó mucho después de la marcha. Las cosas no cambiaron y no se gestó una movilización mayor, lo que le permitió al entonces Jefe de Gobierno apoderarse de nuevo de la narrativa.
En esta ocasión, López Obrador está utilizando calificativos más rudos a sabiendas de que se vienen tiempos complejos, los cuales pasan por el balance de la gestión de su gobierno, por los procesos electorales y porque de por medio está el debate de uno de los asuntos más importantes de los últimos años para el país, su Reforma Electoral.
Ha llamado “cretinos, corruptazos e inmorales” a quienes se van a manifestar el domingo. El Presidente considera “un deber” aprobar la reforma, como si no hubiera otras formas de contemplar las cosas.
Una prueba de ello fueron las conclusiones del Parlamento Abierto, organizado por la Cámara de Diputados, donde se expresaron ideas que pueden ser claves para una Reforma Electoral integral.
El problema está en que de nuevo el Presidente lleva las cosas al todo o nada, como si no hubiera matices u opiniones diferentes que pudieran construir entornos a la reforma con base a consensos políticos, pero sobre todo crear condiciones que fortalezcan los procesos electorales y la democracia.
No queda claro cuáles son los motivos que pueden estar detrás de la reforma del Presidente, siendo que durante años el propio tabasqueño ponderó los grandes avances que se habían alcanzado con las reformas a partir de consensos que fortalecieron al INE, una de las más importantes y significativas, sin duda, es su autonomía.
El INE merece una revisión y evaluación sistemática. La idea de que el instituto no se toca tiene que ver con cambios sustanciales que no con la evaluación y la revisión de lo que hace. La propuesta del Presidente hace diferente al instituto y sus funciones. No todo pasa por la austeridad como sustento para tomar decisiones que pudieran tener otros objetivos como sería tener el control de los procesos electorales.
La democracia nos ha salido muy cara, porque se ha sustentado en tratar de superar la desconfianza. No porque gobierne Morena y López Obrador las cosas cambiaron en automático. Hay muchos vicios que incluso pasan por el partido del Presidente y su gobierno. El hecho de que el INE mantenga su autonomía fortalece la democracia, le da certeza, confiabilidad y certidumbre.
No pareciera tener sentido cambiar el INE cuando fue precisamente el instituto quien organizó las elecciones que le dieron el triunfo al tabasqueño y a su partido. Insistimos que la elección la ganó López Obrador con votos y méritos propios, pero quien organizó el proceso y dio el aval legal ante la sociedad de su triunfo fue el INE.
Por más que se quiera negar, las y los marchistas del domingo no sólo van en defensa del INE van a una protesta contra el gobierno. No tiene sentido decir lo contrario, porque al final la defensa del INE es también una protesta contra quien está proponiendo la reforma.
El reto para las y los marchistas está en lo que venga después. Estos años se han presentado muchos acontecimientos que merecerían protestas sociales encarando al gobierno como parte de la democracia.
Es probable que el Presidente esté visualizando que las cosas no pasarán del domingo, porque la oposición sigue sin tener cohesión, discurso, proyecto y respuesta.
La diferencia está en lo que decida el Congreso, ahí es en donde se juegan todas las canicas.
RESQUICIOS.
No se pase por alto la demanda por falsificación de documentos que los abogados de los 4 militares acusados en la investigación del gobierno sobre Ayotzinapa presentaron contra Alejandro Encinas; es el inicio de un largo, engorroso y rudo problema; no se van a dejar.