Quebradero

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*La fiesta del alarido

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

 

Estamos a poco más de tres semanas del mundial de futbol. El negocio, la fiesta, la pasión, la algarabía y los nacionalismos van de la mano; el futbol es la manifestación de la conciencia y la inconsciencia colectiva.

Es un enigma lo que pueda pasar en Qatar. Hay muchas advertencias de lo que no se debe ni puede hacer y será difícil que los aficionados en sus pasiones futboleras y no futboleras se controlen.

El currículum de los nuestros es para poner los pelos de punta. Igual han estado involucrados en lamentables líos con mujeres, igual han apagado pebeteros en París de la manera más corriente posible, que han ofrecido espectáculos en las calles que han llevado a que sean detenidos.

Muchas veces se festeja todo esto y más porque se asume como parte de la algarabía y la fiesta. Para Qatar se han hecho tantas advertencias que parece que muchas de ellas van dirigidas al aficionado mexicano. Los términos de la euforia se confunden y un partido ganado, no más que eso, se convierte en el pretexto para desatar pasiones y excesos.

A lo largo de la historia del futbol nuestro los aficionados, con excepciones, han estado por  mucho por encima de las selecciones mexicanas. La entrega en la tribuna y ante doña tele roza el fervor.

Pocas cosas unen el concepto de lo mexicano como  el Tri. En los mundiales la esperanza es una forma de vida, es una cohesión involuntaria que nos une de manera singular y extraordinaria. Durante 90 minutos y más el país se agolpa ante la televisión, habrá quien lo pase de largo, pero la gran mayoría encuentra no sólo el sentido de fiesta sino una relación con los futbolistas de amor-odio.

No es una fatalidad que en el futbol prevalezca el negocio, es una de sus formas de vida porque sin el negocio el juego no tendría el alcance que tiene.

Sin embargo, en México la televisión es la dueña del futbol y es la que concentra el poder. Doña tele vive bajo el amparo de su presunta vocación y amor por el juego, por el significado social y cultural que tiene, y porque es su negocio. La concentración de poder en el futbol si bien ha llevado a una difusión del juego como en pocos países, también es el dique para el desarrollo de lo que pasa en la cancha y de alternativas para que otros grupos empresariales puedan influir en la estructura del juego; el Grupo Pachuca es una grata y poderosa alternativa.

El mundial como el gran examen para las selecciones nacionales muy probablemente será para el Tri la ratificación de que no logra superar parámetros bajo los cuales lleva años con su misma historia; el futbol nuestro está atrapado en sí mismo.

Como fuere, la esperanza, en el futbol como en la vida, nos deja jugar con los escenarios y nos lleva a presuposiciones, especulaciones y jugueteos. La esperanza emociona hasta que se topa con la terca realidad futbolera.

Los antecedentes para este mundial tienen al Tri contra la pared. Algo pasó en el camino que el equipo fue perdiendo sentido, hoy juega tenso, asustado, inquieto, presionado, sin que fluya la alegría por jugar. Ha sido una etapa en donde todo pareciera que se va logrando de panzazo. Así pasó en las cada vez más complicadas eliminatorias y en los partidos amistosos jugados en EU, en donde se alegra a los paisanos, se llenan las arcas de los dueños del balón, se saca poco provecho de los juegos, y para colmo de males se exporta el grito que a estas alturas, sin dejar de ser homofóbico, termina por ser un absurdo juego sin sentido y una protesta.

En Qatar ronda la incondicional esperanza, así nos la hemos pasado y no tendríamos por qué no volver a hacerlo, aunque estamos ante negros nubarrones, nos acompaña la pasión no la conciencia.

RESQUICIOS

El Consejero Nacional de Morena, Salvador Llamas, por cierto el más votado en Jalisco, fue asesinado en un restaurante de Guadalajara. Era un personaje que hasta sonaba para ser candidato a gobernador; no hay nada de “normal” en esto.

*Así definía el futbol don Manuel Seyde.