Quebradero

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Militarización, siempre sí

Por Javier Solórzano Zinser

Con el actual gobierno se tiene que reconocer que muchas cosas han cambiado. Quizá los cambios han sido menos de los que el gobierno cree y pregona, pero en muchos años las cosas han adquirido una dimensión diferente.

Sin embargo, la vida cotidiana en temas como la seguridad se mantiene en niveles similares, hay pocos indicios de que se estén revirtiendo las cosas. Se han repetido estrategias que no estaban dando resultados, quienes gobiernan eran severos críticos hacia dichas estrategias.

Sus opiniones hacían ver que cuando ellos llegaran al poder las cosas cambiarían de manera tajante, se llegó a hablar de seis meses a un año.

El triunfo de López Obrador en 2018 no solamente pasó por el hartazgo de años de panistas y priistas, sino también por ofrecimientos de cambio en salud, educación y particularmente seguridad.

Éstos son los renglones en que se deberá centrar el análisis sobre la presente administración. Los resultados han sido magros, sería lamentable que al final del sexenio la gran esperanza se convirtiera en otro paso atrás en la historia reciente del país.

La sociedad no lo merece. A pesar del a menudo optimismo del discurso, la realidad nos va alcanzando a la vuelta de la esquina. Entendiendo la función del discurso político sería de alto riesgo que no existiera conciencia al interior del gobierno, no sólo del Presidente, el hecho de que las cosas avanzan poco. En algunos sectores de la sociedad el país tiende a ser diferente del que pregona el discurso político.

El tema de la militarización, más allá de que es otro centro de enfrentamiento, ha evidenciado, como lo ha reconocido el Presidente, un inquietante cambio de opinión respecto a lo que dijo durante décadas.

Las y los legisladores morenistas y los muchos seguidores del Presidente parten de que como ellos gobiernan la militarización adquiere otra dimensión, lo cierto es que en los hechos el cambio del que hablan no ha llegado.

No se cuestiona que la mayoría de gobernadores quieran a los militares. Sin embargo, esos mismos gobernadores no han hecho absolutamente nada para fortalecer y crear fuerzas de seguridad civiles.

Les resulta más fácil estirar la mano, porque además poco o nada invierten y terminan dejando en los militares las responsabilidades sin que estén desarrollando estrategias locales. No quieren que se vayan los militares, porque les es más fácil estirar la mano que invertir.

Las críticas del Presidente a quienes se oponen a la integración de la Guardia Nacional a la Sedena son excesivas. De nuevo está la máxima de si no estás conmigo, estás contra mí, no se acepta la crítica en un asunto en donde fueron los propios morenistas quienes se oponían de manera tajante a la presencia militar en las calles; insistimos, no porque gobiernen significa que el tema militar adquiera una dimensión distinta.

El titular de la Defensa, quien también es parte del pasado, apela a que anteriormente los tenían sujetos a actuar sin un marco legal. Lo que no puede soslayarse es que con marco legal o sin él los militares, entre los cuales está él, en diferentes ocasiones violaron los derechos humanos y fueron partícipes de hechos lamentables, los cuales están en la memoria colectiva.

Más allá de la interpretación política que se puede dar a lo dicho por el Presidente sobre Ricardo Monreal, prevalece el hecho de que se tiene que pensar como el mandatario para existir ante él, en algo así como someterse, y no es casual que por ello elogie al gobernador de Zacatecas, quien tiene un auténtico tiradero en su estado, para mandar un mensaje a su hermano.

El tema militar nos tiene atrapados bajo aspectos legales que peligrosamente están pasando por encima de la Constitución.

RESQUICIOS

El encuentro de hoy entre el Presidente y el secretario de Estado de EU podría arrojar luces sobre la disputa en el T-MEC. Presumimos que Biden no quiere sorpresas ante el anunciado discurso del viernes. Podría haber matices, pero el tono nacionalista arengando a las masas estará a tope.