El cambio de opinión
Por Javier Solórzano Zinser
No necesariamente es negativo que el Presidente cambie de opinión, porque si los escenarios son otros, lo importante es tener capacidad para tomar nuevas decisiones.
Sin embargo, la vehemencia y la crítica con que el Presidente insistió, como Presidente electo, candidato y opositor, sobre la necesidad de que los militares regresaran a los cuarteles, ha entrado en una etapa en que lo que prevalece son las contradicciones.
En este tema el tabasqueño también ha tenido el apoyo total de sus fervientes seguidores, las y los cuales, ahora que ha cambiado de opinión, por arte de magia le dieron un giro a su discurso para apoyar al tabasqueño sin que medie reflexión alguna; ha sido singular el ir y venir opinativo, son tiempos del “siempre no”.
Las declaraciones de López Obrador han sido consistentes sobre el regreso a los militares a los cuarteles, aunque en la memoria se encuentra lo que le dijo a quien era embajador de EU en México, Anthony Garza. Le planteó que su intención era darle mayor poder al Ejército para hacerse cargo de la seguridad pública, según un cable de WikiLeaks hace 11 años.
Ayer, el Presidente dijo que “cambió de opinión”, lo cual reiteramos que puede ser una buena señal, la cuestión está en que lo hace responsabilizando al pasado o “al gran problema que nos dejaron”. El tabasqueño lleva cuatro años en el poder y muchos asuntos son del presente y de su responsabilidad.
Las decisiones que ha venido tomando apuntan a que su estrategia no ha cumplido lo que originalmente se propuso. Lo que son las cosas, el Presidente está repitiendo modelos que en el pasado se instrumentaron para enfrentar la inseguridad ante lo cual fue severamente crítico.
La estrategia del Gobierno en materia de seguridad coloca a las Fuerzas Armadas en los mismos términos que en administraciones anteriores, la diferencia está en que el tabasqueño ahora ha colocado a los soldados en todas partes, no sólo están en la seguridad, los ha puesto a construir obras, dirigir empresas y a tener un papel preponderante en la gobernabilidad del país.
Con su reconocimiento de que cambió de opinión sobre el papel de las Fuerzas Armadas, el Presidente está adelantándonos que lo que viene va ser una mayor militarización en su Gobierno, más allá de la seguridad.
No habrá tiempo ya para pensar en una guardia civil o algo parecido, todo pasará por los militares y será a través de ellos que el Presidente trate durante estos dos años de alcanzar algunos objetivos, los cuales hasta ahora no se ven.
Una más de las diferentes paradojas por las que estamos pasando es que la sociedad sigue manifestando confianza en el Ejército, pero al mismo tiempo coloca a la inseguridad como el tema de mayor preocupación y atención.
Lo grave para el país es que no se construyeron en la presente administración bases para que la seguridad esté bajo la responsabilidad de los civiles. Va a ser difícil cambiar las cosas porque es evidente que se han agudizado los problemas.
En medio de todo esto hay un PRI que le quiere hacer la tarea al Presidente para salvar su pellejo, y hay otro que opta por tratar de conservar la alianza Va por México.
El Presidente sabe leer al tricolor, al que trae en la mira porque le puede ser muy útil en esta etapa de su sexenio, no vaya a ser sólo cuestión de tiempo para que la entrega tricolor sea total, lo que fortalecerá a cualquier corcholata que pongan; las cosas han llegado a tal grado que la gobernadora de Campeche ha decidido cerrar su audioteca.
Pudiera ser que el Presidente se esté jugando su resto. Sigue siendo un enigma cuánto le va a durar la popularidad para gobernar y tener capacidad de maniobra.
RESQUICIOS
En la Corte entienden bien la trascendencia e importancia del debate que concita la Prisión Preventiva Oficiosa. Independientemente de las presiones presidenciales, las y los ministros están buscando cómo resolver un problema que nos afecta a todos, porque como vemos a los detenidos, podemos vernos nosotros.