Un gobernador desinformado

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Por Ruby Soriano

No es menor el “mea culpa” que hace unos días el gobernador del estado Miguel Barbosa hizo sobre el engaño de varios de sus funcionarios, principalmente los que han tenido la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública.

Al mandatario le alcanzó para darle un raspón a su propia vocera Verónica Vélez, a quien responsabilizó de no difundir la obra pública que realiza su administración.

Hay que decirle al gobernador que no sólo basta con reconocer los engaños, sino con actuar en consecuencia.

La administración barbosista se ha llenado de mucho oportunismo, opacidad y corrupción.

Ahí está el hoy inefable Secretario de Cultura Sergio Vergara, quien entró con bombo y platillo y hasta el Vaticano fue a dar con sus amigas Martha Ornelas, Secretaria de Turismo y la propia Vélez Macuil.

¿Acaso ya se les olvidó quién recomendó a Vergara con el gobernador? Un poco de memoria por favor.

El mandatario poblano es un hombre al que le gusta tener los hilos de la madeja en su mano, sin embargo, es una realidad que su condición de salud, ha minado en mucho el control y la información que realmente tendría que llegar a él y que en el camino se va distorsionando gracias a la intervención de tantos lambiscones que le quitan o le aumentan información falsa de acuerdo a sus intereses personales.

El disfraz de lealtad sirve en política para fortalecer el letal oportunismo o la incompetencia frente a las grandes responsabilidades.

Son muchos y graves errores los que el Gobernador de Puebla ha cometido no sólo en los temas de comunicación, sino propiamente en el ejercicio del poder.

Pagar encuestas de falsa aprobación en revistas que venden reputaciones es la peor estrategia para limpiarle el rostro a un gobierno tildado de indolente frente muchos temas que tendrían que estar en los discursos y la agenda de gobierno de Puebla.

Al mandatario hay que decirle que no es suficiente reconocer que lo engañaron, sino es importante que haga algo para evitar seguir con tanta desinformación.

Sus hombres y mujeres de gran “fidelidad” y a los que defendía con horca y cuchillo se fueron desdibujando. Ahí tenemos a Raciel López Salazar al que casi le ponía un altar porque según acabaría con la delincuencia en Puebla.

También está la mal recordada Vanessa Barahona, ex secretaria de Turismo a la que le mostraron la salida de servicio por sus intentos de trinquetes. Y el caso más reciente es el de Eric Cotoñeto a quien le desmantelaron todo su tinglado por abusivo.

Pues con estas amistades y colaboradores se entienden tantos desaciertos en un gobierno donde Miguel Barbosa tampoco se ayuda.

Si bien el estilo del mandatario no es rodearse de asesores, por lo menos habría de tener una mesa de crisis y consensuar no con una o dos cabezas, sino con todo un equipo que le pase mensajes completos y no teléfonos descompuestos.

Actúe Gobernador y no sólo reconozca que lo engañaron y lo siguen engañando.

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