Quebradero

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Secuelas

Por Javier Solórzano Zinser

Algunas secuelas de la pandemia, que sigue y seguirá entre nosotros, empiezan a aparecer. En materia de salud hay que esperar qué es lo que puede pasar en relación al efecto de las vacunas al mediano y largo plazo, y también esperar cuáles pueden ser las secuelas que deje el virus entre quienes hemos sido contagiados.

Hay muchas cosas por ver y muchas otras más que siguen siendo un enigma. El reciente incremento de contagios nos acabó por demostrar que esto va para largo y que seguramente muchas generaciones viviremos con el virus.

Dentro de las secuelas que también se tienen que atender están en el proceso educativo. Diferentes informes de organismos internacionales reportan el gran problema por el que está pasando la educación en América Latina, no hay país en la zona que no se esté viendo afectado.

El problema pasa por dos vías. Una es lo que provocó la pandemia en el proceso de enseñanza-aprendizaje por más esfuerzos de los gobiernos, sigue siendo muy complicado para millones de niños, niñas y jóvenes el desarrollo educativo virtual.

El gran esfuerzo que hicieron los gobiernos no resolvió el problema de fondo, lo que se logró en algunos casos fue atemperar el problema y tener salidas colaterales a las clases presenciales.

En sentido estricto ante la pandemia, se perdió la capacidad de maniobra para desarrollar el proceso educativo, lo cual llevará tiempo recuperarlo.

Las dificultades para organizarse por tratar de establecer mecanismos que sustituyeran clases presenciales; las dificultades para echar a andar la educación e instrumentar de manera virtual las clases; las dificultades para que las familias se organizaran, tomando en cuenta que en un gran número de casos viven en pequeñas viviendas, y no se tiene la tecnología a la mano para conectarse y seguir las clases, fueron una constante en todo el subcontinente.

México fue de los países que en medio de las dificultades hizo mejor sus deberes. Sin embargo, lo que empezó siendo un proyecto que respondía en la medida de las posibilidades ante la pandemia se fue descomponiendo, porque las autoridades educativas le quitaron la atención debida y porque muchos de los mensajes sobre la pandemia fueron, en muchos casos lo siguen siendo, contradictorios.

Ya hay indicios del rezago educativo, el cual se vino a agudizar con la pandemia, pero no perdamos de vista en el diagnóstico los problemas de muchos años marcados por la desigualdad social, las condiciones bajo las cuales se desarrolla el proceso escolar en buena parte del país, los vaivenes en que hemos entrado en el tema de los programas de estudio, la complicidad con los sindicatos y las dificultades bajo las cuales muchas y muchos maestros desarrollan su trabajo.

Estamos entrando, además de nuevo, en algo que tiene mucha rebatinga sobre los programas de estudio. La idea de que no haya evaluaciones o que los estudiantes pasen de un año escolar a otro sin que medie evaluación alguna lo único que de lugar de valorarse es que se diluya la capacitación que deben tener los alumnos.

Los estudiantes deben alcanzar niveles que les permitan irse preparando para los futuros grados escolares que les esperan. En la medida y que estén más capacitados y que se les ofrecen condiciones para ello lo que acaba pasando es que el efecto cae directamente en el desarrollo del país.

Se ha ido paulatinamente sorteando la pandemia. En materia educativa están apareciendo rezagos que son altamente preocupantes. Si no se tiene un diagnóstico de lo que va pasando con los estudiantes, caminaremos en el vacío.

Lo que es un hecho es que en educación andamos con una mano adelante y otra atrás.

RESQUICIOS

La delincuencia organizada está combinando las drogas y la extorsión. Por más que se diga lo contrario se ha extendido de tal manera que se han tenido que cerrar comercios y muchas familias han tenido que cambiarse de ciudad, en el mejor de los casos. Es un “negocio” brutal, porque en muchos casos los afectados viven al día.