Son las reglas
Por Javier Solórzano Zinser
La defensa de la legalidad es la fortaleza, la organización y cohesión a la sociedad. Las leyes parten de la experiencia colectiva y se crean a través de consensos.
Bajo el orden democrático en que vivimos, por más imperfecto que sea, el hecho de que algunos grupos consideren cambiar las leyes que nos rigen con todo y que sean mayoría saben que están obligados a recorrer diferentes caminos para ello.
Las mayorías deben entender que las minorías tienen los mismos derechos y que existen en función de la convivencia democrática de la sociedad. Las mayorías le dan sentido a la gobernabilidad en la medida en que se considera a todos, entendiendo que el hecho que la mayoría de población haya votado por ellas les otorga el derecho a tomar decisiones, pero el valor de ello está en considerar al todo de la sociedad.
Existen tiempos y espacios para los procesos de cambio democrático. No se pueden cambiar las reglas a la mitad de un proceso, todo es susceptible de transformarse, pero se debe establecer en tiempo y forma, ya sea antes o después; las leyes marcan 90 días previo al desarrollo de cualquier proceso.
Las reglas no se cambian sobre la marcha porque se rompe la legalidad y la organización. Se han hecho referencias para ejemplificar aludiendo al deporte. Por más obvio que sea, imaginemos cualquier juego o competencia cambiándole las reglas a la mitad de su desarrollo.
Los juegos se tienen que terminar con las reglas que se han predeterminado, bajo las cuales los participantes juegan. Si se quiere tener variantes se tendrán que hacer después de los eventos; no se puede cambiar, por ejemplo, la regla del fuera de lugar en el futbol a la mitad del partido.
La tentación de pasar por alto las reglas, bajo el supuesto de que las leyes están fuera de lugar o han dejado de tener valor en función de lo que se vive, tiene su lógica, pero rompe con la legalidad de los procesos, los cuales le dan valor ante la sociedad y sobre todo sentido legal a la decisión que se toma en democracia de manera colectiva.
Le contamos esto porque en la medida en que funcionarios, militantes y simpatizantes de Morena rompen las reglas para el desarrollo de la revocación de mandato, el proceso se va a ir complicando para poder perder su legalidad.
De lo que se trata es que la revocación logre cumplir antes que nada con el objetivo de ser un proceso representativo y legal. En tanto que andamos en un toma y daca sobre las reglas, echando por delante elementos como la libertad de expresión como si ésta estuviera de por medio, se va a romper la legalidad.
Mientras estamos en medio de declaraciones tronantes como si las reglas no existieran y no fueran parte de un consenso, en este particular caso por la exigencia de Morena hace algunos años, vamos a acabar buscando culpas de lo que no se haya hecho y de una eventual baja participación.
La importancia de la consulta a estas alturas no se cuestiona. Seguirá siendo un asunto a debate si valía la pena o no hacerla, siendo que su resultado es definitivamente previsible. Plantearse que siga el Presidente significaría que hay sectores de la sociedad que están exigiendo que el tabasqueño deje el cargo, lo que no aparece por ningún lado.
Atacar y señalar al INE y llevar las cosas a los terrenos del pleito callejero como se ha venido haciendo, pareciera que lo que se busca es encontrar responsables o culpables, según se quiera, por lo que intuyen se puede venir.
El instituto es en este caso el organizador del proceso y garante de la legalidad y es su obligación aplicar la ley, de eso se trata su chamba.
RESQUICIOS
México y EU se juegan esta noche buena parte de su boleto al mundial. Los augurios para los nuestros son una incógnita. El otro problema podría estar en la tribuna, porque ayer se convocó en redes a que se lance el grito homofóbico como forma de protesta a los dueños de los equipos y dirigentes de la FMF; noche de focos rojos en la tribuna y en la cancha.