Quebradero

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AIFA: triunfo del Presidente

Por Javier Solórzano Zinser

Hoy es un día particularmente importante y significativo para el Presidente. Más allá de cumplir con una promesa debe saber que a pesar de todas las críticas que ha recibido por la cancelación del aeropuerto está ofreciendo una alternativa, guste o no.

En mejor momento no le puede venir la inauguración del Aeropuerto Felipe Ángeles (AIFA). Los reflectores se van a dirigir a una de las tres obras emblemáticas que ha propuesto para su sexenio.

La inauguración va a ser motivo de fiesta y le permitirá mostrar a sus furibundos seguidores que cumple y además que lo mejor que hizo fue cancelar el aeropuerto de Texcoco; en términos simples es algo así como remedio y trapito.

Lo que no se puede soslayar es el hecho de que con la inauguración del AIFA se está tomado una decisión que no sólo pasa por una concepción de la industria aeronáutica en todos los sentidos, sino también con la idea de país y cómo queremos insertarnos en el mundo.

Texcoco estaba concebido para ser un actor central de movimiento de pasajeros, pero sobre todo el convertir al país en un eje de movilidad para muchas líneas aéreas que permitieran colocarnos como centro de intercomunicación a nivel mundial.

Todavía hay muchos pendientes sobre Texcoco. Hay que pagar mucho dinero por la cancelación de la obra y seguimos esperando que se materialicen las muchas referencias sobre actos de corrupción, las cuales hasta ahora no se han materializado.

La inauguración no quita los pendientes y tampoco pasa a segundo plano la muy singular consulta que se hizo para cancelar la obra. Reconociendo la importancia del acto de hoy no se debe perder de vista que muchos inversionistas encontraron en la cancelación un muy importante signo de desconfianza, el cual todavía rodea a López Obrador.

Esta decisión junto con otras ha creado un ambiente vacilante entre los empresarios. Les inquieta que puedan presentarse situaciones similares que los coloquen en la adversidad, sin dejar de reconocer que existen muchas justificadas críticas a la forma en que se maneja el sector privado.

Será cuestión de poco tiempo para saber qué tanto el AIFA pudiera ser un detonador que hiciera que los empresarios recobraran la necesaria confianza. Al final para muchos de ellas y ellos el Presidente terminó por hacer lo que quería sin importarle las formas y para ello, además, se sirvió del Ejército.

Hizo una consulta cuestionada, no atendió lo que ya estaba en construcción, acusó que la obra era un “monumento a la corrupción”, le puso al nuevo aeropuerto el nombre que él quería y hoy lo inaugura, aunque no vaya a hacer uso de la palabra.

El AIFA es una gran obra, pero se rige bajo otro concepto. No tiene sentido escatimarla, la cuestión es que está diseñada y pensada bajo otra concepción de la aviación. Sus alcances son limitados y su plan de crecimiento llevará mucho tiempo para las demandas que cotidianamente se tienen en los aeropuertos de las grandes ciudades.

Un elemento que tienen que resolver de manera inmediata es el acceso al aeropuerto. No es correcto que se diga que desde Palacio Nacional se puede llegar en 40 minutos o que desde Perisur se llega en 50. El tránsito en la ciudad está siendo de nuevo de la mayor intensidad, debido a que se ha ido aligerando el movimiento en la nueva etapa que estamos viviendo en la pandemia.

Como fuere, este día el Presidente está agenciándose un gran triunfo. Es una victoria de su concepción de la gobernabilidad, de su proyecto, de una demostración de que las cosas pueden hacerse de otra forma todo lo cual será profundamente ponderado por sus furibundos seguidores, entre los que están gobernadores, diputados y senadores.

Dígase lo que se diga, esta batalla se la llevó López Obrador, hizo bien la tarea y ganó.

RESQUICIOS

El artículo de Julio Scherer en Proceso pone al descubierto de manera brutal las intrigas palaciegas en el primer círculo del Presidente. Si López Obrador lo sabía y no hizo nada, malo y si no lo sabía, peor.