Entre la obsesión y el distractor
Por Javier Solórzano Zinser
El Presidente ha tenido desde siempre en su radar a España. La razón más significativa es su concepción sobre la llegada de los españoles a nuestro país.
A más de 500 años quizá lo más importante sería analizarlo bajo una perspectiva de presente-futuro, tratando de entendernos en lo esencial; es un asunto de voluntad, debate y entendimiento más que de perdones y confrontaciones.
Presumimos que, por la formación escolar de López Obrador, lo que ha leído y la interesante, pero también controvertida influencia de historiadores, políticos e intelectuales es lo que lo ha llevado a su recalcitrante postura. No es un asunto que tenga que ver con su presente, en innumerables ocasiones se ha referido al tema en los mismos términos en que lo hace ahora.
Las severas y excesivas críticas presidenciales sobre la función de las empresas españolas en nuestro país, en particular las del sector energético, han intensificado la posición del Presidente en medio del debate sobre la Reforma Eléctrica.
López Obrador se refiere sistemáticamente al abuso de algunas empresas españolas el cual, asegura, fue apuntalado por los gobiernos de los dos países. Sus señalamientos van directo en contra de sus antecesores en los tiempos “neoliberales”.
Establece un nexo, bajo cierta lógica, entre estas empresas y quienes gobernaron el país, en específico a Ernesto Zedillo y Felipe Calderón. Al panista sin la menor duda lo trae en la mira, pareciera que el tabasqueño no ha pasado una sola página de lo que sucedió en las elecciones del 2006.
Si bien hubo desaseo y mano negra por parte del gobierno de Vicente Fox, como fue reconocido por las instancias electorales, las cuales no tuvieron elementos legales para actuar, el paso del tiempo debiera darle al mandatario otra lectura porque hoy está al frente del país con toda legitimidad y no tendría por qué detenerse en un asunto que él mismo con su triunfo en 2018 podría dejar en el pasado, el Presidente insiste el que no lo mueve la venganza, pero casos como éste hacen pensar lo contrario.
El problema para López Obrador con España, más allá de su obsesión por el pasado, está marcado por un pequeño grupo de empresas que, si bien son importantes e influyentes, no representan la gran totalidad de la relación comercial y de intercambio que tiene el país con el sector privado español.
Existe una dosis de soberbia en las empresas hispanas, pero la relación como fuere está definida por las leyes mexicanas. No soslayamos que los bancos españoles tengan altas ganancias en nuestro país, las cuales no necesariamente se reinvierten a lo que se suman las quejas, entre en voz alta y voz baja, de muchos de sus empleados.
Es evidente que hay muchas cosas por revisar de una relación que es en lo general virtuosa y sobre todo entrañable, empezando por la cultura.
Entre las empresas mexicanas en España y las de este país en el nuestro, se ha creado algo más que una relación comercial, los intercambios paralelos han sido positivos lo que ha llevado a que las inversiones españolas en México sean de las más importantes en nuestro país. Un buen ejemplo es que en la presente administración diferentes empresas españolas se han asentado en México en áreas estratégicas.
Estamos ante algo que parece un nuevo acto impulsivo, que no reflexivo, por el cual el Presidente decreta una “pausa” en la relación con España, expresión que confunde en todos los sentidos. El Presidente dice que la relación con el gobierno español es cercana y respetuosa; sin embargo, lo que está haciendo es un acto inamistoso en contra de quien representa a los españoles.
No se ve cómo se vaya a resolver el lamentable entuerto, todo indica que tendremos que esperar al 2024. Lo que no tendría sentido alguno es que estemos, como se ha especulado, ante un intento distractor.
RESQUICIOS
Donovan Carrillo es formidable. Es un ejemplo más de deportistas sin apoyo que triunfan por su familia, amigos, entrenadores y sus sueños.