Moliere y la sátira crítica que superó a su época

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Por Sandra Luz Tello Velázquez

Hablar de Jean-Baptiste Poquelin, Moliere, es recordar a uno de los más grandes creadores de la literatura universal. Dramaturgo y actor francés, considerado el renovador de la comedia moderna, a quien el teatro occidental dedica este año, ya que se cumplen cuatrocientos años de su nacimiento (París, Francia 15 de enero de 1622).

Moliere fue un crítico agudo de las costumbres e instituciones sociales, una mente activa, ideológica y filosófica, capaz de ridiculizar los vicios y defectos de la conducta humana, podría asegurarse que no solo de su época, sino de todas las épocas, de ahí la vigencia de sus obras,

La obra de Moliere es provocativa, combina sutilmente las palabras  con el trazo de los personajes, realizando un entramado a través de  una intriga estratégica y bien lograda al punto de producir la risa inteligente en el espectador. Difundía veladamente sus ideas subversivas a través de la ironía para develar la hipocresía y  la moral cuestionable de su tiempo, renovando las formas convencionales del teatro y transformando la Commedia dell´arte.

Igual señalaba la pedantería burguesa, que la superficialidad en la admiración por la profesión y el estatus social, así como la falsedad de los pretensiosos que se sentían sabios. Moliere desarrolló la farsa con maestría y delineó rasgos disparatados, que en el fondo muestran un registro profundo y con gran complejidad psicológica en los personajes principales en obras como: El Avaro, El Médico a Palos, El Tartufo, Las Preciosas Ridículas, El Misántropo, El Enfermo Imaginario, entre otras.

También es cierto que Moliere aprovechó al máximo la licencia concedida a los bufones de la corte francesa para expresar sus ideas, ya que gozaba de la protección de la corona de Luis XIV y de sus benefactores económicos, quizá por ello escribió la obra “El Misántropo”, en esta su personaje principal es una especie de expiación a su culpa por las indignas simulaciones que montó para triunfar en el escenario, sirviéndose de aquellos que ostentaban poder y que él tanto despreciaba.

Por último, el teatro crítico de Moliere permanece en nuestra época, es vigente y se mantiene intacto,  pues los disimulos sociales  y las aberraciones de la moral no tienen fecha de caducidad, los que se niegan a simular afectos o  afinidades siguen considerándose enemigos públicos o apestados, los que hablan con integridad y sinceridad suelen ser señalados de imprudentes y los que no se ciñen a las reglas sociales son relegados, sin embargo, quizá vale la pena consolidar la propia conciencia y mantener una o dos amistades auténticas que acepten nuestras palabras ríspidas, pero honestas.