Ni de Aquí Ni de Allá

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La vacuna, Querétaro y mi mamá.

 

Por Fernanda de la Fuente

 

Mis queridos lectores estamos como a un soplido de que acabe el año. El año más corto de mi vida, por cierto, se fue volando, -veloz cual saeta-, hubiera dicho mi santa madre, que dicho sea de paso poco tiene de santa (gracias a Dios, hubiera sido muuuy aburrido) y mucho tiene de madre, de madre con madre, ¿sí saben a lo que me refiero, verdad?

 

Mi madre es una gran madre, solo que puede convertirse en un verdadero tornado, ese que se lleva todo a su paso y en este punto aclaro que todos los días agradezco a Dios que esté viva y mil veces más sana que yo y que esté pendiente de sus 6 hijos, incluyéndome a mí y a mi hermana que está en el cielo (o eso queremos suponer, pensando que sea verdad que Dios, como dicen en la Patria Chica, -se hace pendejo- o mejor como dirían en la Madre Patria, omite, los pecados de amor) y de sus 8 nietos y no pierde detalle de la vida de todos y cada uno.

 

Aquí es donde me detengo para mandarle a mis queridos amigos Raúl, Aura y Vero Peimbert y a toda su familia, mi más sentido pésame por la muerte de nuestra siempre querida Doña Aura. No olviden siempre que su recuerdo esté en nuestra alma y en nuestro corazón ella vivirá. Descanse en paz.

 

Regreso al tema de mi mamá, como ustedes saben y si no saben les cuento, la que redacta, porque escribe García Márquez… está llena de achaques y enfermedades, entre todas las más importantes son tres, Fibromialgia, EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica con oxígeno y todo para completar el drama) y una cardiopatía que literal me trae jodida y para las que tomo un sinnúmero de medicamentos y que como se imaginarán me ponen en la lista de «Personas de Alto Riesgo Covid» peeeero, aquí viene la cochina falsedad.

 

Resulta que mis medicamentos contienen -inmunosupresores- y gracias a ellos me enfermo de más «cositas» y me dan alergias y entonces por órdenes de los médicos que me atienden en el IMSS, no me debo poner la vacuna contra el Covid.

 

Como yo soy muy obediente y odio las agujas y desde luego las vacunas, aquí estoy, como dicen ustedes, -en mi casa, su casa- (que ni es mía, ni es suya), la mayoría del tiempo, mientras logramos conseguir lo que la ciencia conoce como «inmunidad de rebaño» y es aquí donde apareció mi madre cual tornado mortal.

 

Les cuento, hace un par de semanas mi teléfono sonó a las nueve y media de la mañana, era mi mamá y la verdad es que me asustó, ella nunca llama a esas horas y sí, sí es de costumbres viejitas, ella nunca te molesta a esas horas a menos que algo pase, literal me dolió el corazón y nada, que ahí empezó el aironazo…

 

-Hola mijita, fíjate que estuve hablando con tus hermanos y entonces decidimos que para el 31 de diciembre nos vamos todos, menos Gaby y Mucio y bueno no sabemos si Carmen y Nata, pero ella vive ahí, como sea la vemos y Nino, no he hablado con él pero espero en Dios que diga que sí.-

 

Tomó aire y siguió explicándome como tarabilla, cómo es que habían llegado a esa coordinación y entonces me dijo: -Gaby (mi hija mayor) dijo que sí puedes ir (pensé ¡mecachis en la mar salada, nunca le he pedido permiso a nadie en mi vida y ora resulta…) solo dije ajá, Guillermo (mi hermano, el que no es mayor que yo pero que cada día va de mal en piiiior) va a ir por ti y así no te pones en peligro y yo -ajá- peeeero y yo -¡sopas!- necesitamos que te vacunes y yo -¡el tornaaado, sálvese quien pueda!-

 

Durante diez minutos mi mamá me explicó por qué sí me debo vacunar, sobre todo porque ninguno de ellos, mis hermanos y mis sobrinos podrían cargar con la culpa de contagiarme, porque además ella ya perdió una hija y por lo tanto no podría pasar por eso otra vez, porque no lo podría resistir y además por si se me olvida, yo tengo dos hijos y también me recordó las «maravillas» que ofrece el hospital y por las que pasé hace un par de años que estuve internada mes y medio y porqué sería mejor no regresar y yo solo repetía -ajá-.

 

Cuando terminó, no estoy segura si fue porque se cansó o se aburrió de escucharme decir -ajá-, me dijo -bueno pues, espero que te vacunes y nos vemos el 31 en casa de tu hermana, besitos mijita- y colgó.

 

Me quedé petrificada, mi mamá nunca se había metido con mi decisión de no vacunarme y mis hijos tampoco y a mis hermanos les importaba hasta ese día -una pura y dos con sal-, por primera vez en más de 15 meses volví a sentir miedo, tanto miedo que me petrificó.

 

La cabeza me empezó a dar vueltas, por un lado me muero de ganas de ir a ver a mi familia, no quiero pasar otro fin de año viendo la pared en mi casa con más compañía que mis gatos, pero tampoco voy a vacunarme, sí los doctores dicen que no y ahora aunque digan que sí, porque quién sabe quién tiene razón.

 

Total, que no hallaba salida, todos los músculos del cuerpo se me pusieron más duros que las piedritas del río Los Pescados, pasé un par de días del demonio, mi madre, una vez más había volteado mi mundo de cabeza hasta que la tercera o cuarta noche decidí «salomónicamente» que lo iba a consultar, una vez más, con el doctor y será él el responsable y Dios el que tenga la última palabra y de esa forma no habría ni quejas ni recriminaciones.

 

La crisis de Fibromialgia fue disminuyendo poco a poco, hablé con el doctor y me dijo por millonésima vez, las mismas que me ha dicho que no sea exagerada, que no es conveniente que me vacune, que me vaya a ver a mi familia, me cuide y Dios dirá… y así, tan sencillo como suena resolví el conflicto.

 

El 29 me voy a Querétaro a pasar el fin de año con mis hermanos, eso me hace muy feliz, el Covid sigue apabullando al planeta y así seguirá por lo menos un buen rato, eso sí, los que puedan vacúnense; confío en que mi madre tenga fuerzas por muchos años más para seguir poniendo mi mundo de cabeza y yo les escribo la próxima semana para felicitarlos por la Navidad.

 

Felices posadas, coman rico, usen cubrebocas, no le peguen duro al chínguere, así le decía mi opa (abuelo en alemán), a las bebidas espirituosas.

 

¡Felicidades a Miriam porque hoy es su cumple!

 

Hagan lo que quieran y como quieran, pero háganlo con muchas ganas y bien, ¡he dicho!

 

Nos leemos pronto.