De gobernar, nada
Por Aurelio Contreras Moreno
El desgaste natural que produce el ejercicio del poder es un fenómeno inevitable de la política. Aún si se trata de un personaje con el carisma y el aparato propagandístico que respaldan al presidente Andrés Manuel López Obrador, no hay popularidad que permanezca incólume al tránsito de la cruda realidad.
Incluso en los casos de los presidentes qué más poder han concentrado en sus manos en la historia de México, la decadencia llega en algún momento. La popularidad se convierte en animosidad y las esperanzas por las promesas sin freno se transforman en frustraciones y reclamos ante su incumplimiento.
Este fin de semana –como ya ha estado ocurriendo cada vez más seguido cuando sale de su zona de confort en palacio nacional-, por donde pasó el presidente López Obrador llovieron reclamos. Lo mismo en el estado de Veracruz que en el de Puebla.
¿Y por qué? Porque por mucho que digan que ya “acabaron con la corrupción” –lo cual, además, es a todas luces falso-, lo que verdaderamente ha potenciado el régimen de la autoproclamada “cuarta transformación” es la ineptitud, la incapacidad para atender con prontitud y suficiencia los problemas más severos, a lo que hay que sumar una indolencia monumental ante las tragedias humanas, en especial cuando éstas son el resultado de decisiones equivocadas o francamente estúpidas tomadas en tiempo presente, aunque todo se busque justificar en pretérito.
El boletín de la gira de López Obrador por Huayacocotla que envió el gobierno de Veracruz el pasado sábado destacó que “sin necesidad del Fonden (Fondo de Desastres Naturales) y con honestidad se entregaron 1.5 millones de insumos a damnificados por Grace”, frase acuñada por el gobernador Cuitláhuac García para buscar hacer creer que se atendió a la población mejor que cuando se contaba con recursos inmediatos.
La realidad es otra. Fuera del área donde se celebraba el acto presidencial, pobladores de diferentes municipios de la zona norte de Veracruz protestaron por lo que es sabido: que censaron y entregaron apoyos sin ton ni son en las regiones afectadas. Apoyos que, adicionalmente, no resuelven casi nada. O ¿de qué le van a servir 35 mil pesos a quienes perdieron sus casas, por ejemplo? Y además, más de un mes después del paso del huracán.
Y de reconstrucción, ni hablar. Una de las principales funciones del Fonden y que sin duda benefició a grandes núcleos poblacionales cada que ocurría un desastre natural –independientemente de la corrupción en su operación, que ciertamente también existía- era aplicar los recursos a programas para rehabilitar las vías de comunicación, viviendas e infraestructura que resultaban dañadas. Eso ya no existe.
Ahora el gobierno decide discrecionalmente qué repara y qué no –mal, generalmente-. A quién ayuda y a quién no. Y cuánto es lo que va a destinar para esos fines, lo cual suele ser insuficiente, cuando no paupérrimo, pues a lo único que en verdad les interesa destinar dinero en la “4t” es a los proyectos “insignia” del sexenio. Orgullo de la megalomanía de su impulsor.
Las consecuencias de esa errática forma de gobernar se pudieron apreciar un día después, en el municipio poblano de Huauchinango, donde un numeroso grupo de pobladores irrumpió en el lugar en que el presidente encabezaba un acto similar al del día anterior, pero que esta vez tuvo frente a sí el enojo y las protestas de personas que, por si no bastase, no solo exhibieron su intolerancia a los reclamos del “pueblo” que tanto dice querer, sino también la inoperancia y fragilidad de los cuerpos encargados de la seguridad no de Andrés Manuel López Obrador, sino del Presidente de la República Mexicana.
Como en todo lo que tiene que ver con este gobierno, su incapacidad la intentan cubrir a punta de golpes de propaganda. Y el “portazo” en Huauchinango lo tomaron como pretexto para lanzarse a hacer campaña de manera descarada mediante concentraciones masivas como la que ya anunciaron para el próximo 20 de noviembre en el zócalo de la Ciudad de México, a pesar de la pandemia y con riesgo de provocar una nueva escalada de contagios para fin de año, que con todo y la vacuna no están exentos de provocar otra alza en las muertes por la covid-19.
Pero eso al presidente y sus operadores les tiene sin cuidado. Él lo que desea es volver a hacer campaña con recursos públicos. Lo suyo es ser candidato. Porque de gobernar, nada.
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