Exgobernadores y el batidillo
Por Javier Solórzano Zinser
Es difícil que los gobernadores terminen con balance favorable o de menos aprobatorio. Hemos visto cómo muchos salen corriendo del país en medio de escándalos, corrupción y el descrédito con todo y su respectivo batidillo.
Pueden tener buenos números e incluso popularidad, pero aunque les vaya bien, terminan por ser derrotados por los partidos de oposición, como le pasó a los “premiados” casi exgobernadores de Sinaloa y Nayarit. Terminaron bien, pero a sus partidos, PRI y PAN, Morena les pasó por encima.
En un gran número de casos los gobernadores terminan mal, no generalizamos, pero la tónica de los últimos años indica que los demandan y huyen del país para terminar en la cárcel o alejados por siempre de la vida política. Tiene que pasar un buen tiempo para que el olvido les ayude a circular de nuevo, no sin antes estar metidos en un sinfín de apremios, descréditos y evidentemente abogados que les ayuden a cuidar sus espaldas.
Quienes ganan las elecciones casi en automático realizan investigaciones sobre sus antecesores para legitimarse y para tratar de mostrar una cara diferente a los ciudadanos, quienes en más de un caso se la pasaron seis años en el hartazgo y el enojo.
Algunos investigan a quienes suceden de manera obsesiva. Se la pasan seis años tratando de meter a la cárcel a exgobernadores para que al paso del tiempo ellos pasen por lo mismo; pasan de perseguidores a ser perseguidos.
En Chihuahua, Javier Corral se le fue encima a César Duarte quien lo antecedió en el cargo. El todavía panista hizo una serie de denuncias que llevaron a su detención en EU. Muchos de los cargos en contra de Duarte estaban fundamentados, pero el tema se convirtió en un problema para Corral en su gobernabilidad.
En el camino se buscó ligar a Duarte con Maru Campos, actual gobernadora del estado, Corral acabó peleado con todos, lo que incluye a su todavía partido. Terminó con bajos e inquietantes niveles de popularidad y enfrentado con la gobernadora que, por cierto, es del mismo partido que Corral.
Habrá que ver si lo que algunos llaman “reconciliación” del exgobernador con el Presidente finaliza con el desenlace similar al de los ex de Sinaloa y Nayarit.
No hay quien no caiga en la tentación de investigar y, en su caso, perseguir a sus antecesores por más que aseguren que no lo harán; sin soslayar que tengan buenas razones para hacerlo. El propio López Obrador se la pasó diciendo en campaña que iba para adelante y que no se iba a detener en investigar a sus antecesores; sin embargo, no deja de traerlos en la mira de la cual tiende a sacar a menudo de la lista a Peña Nieto.
Al desgaste del ejercicio del poder se le suman gobernabilidades cuestionadas. En la mayoría de los estados del país los gobernadores salen raspados, en el mejor de los casos, incluso quienes dejan buenas cuentas acaban siendo señalados no sólo como parte de la estrategia política de quienes acceden al poder, sino también por los batidillos que suelen dejar.
Con tantos cambios de gobernadores que estamos teniendo estos días, propios del proceso electoral de junio, es muy probable que veamos más de una historia de investigación y persecución. Más allá de lo político, en lo cual se montan muchos gobernadores para fortalecerse en el inicio de sus gestiones y su popularidad, lo importante está en un elemento en que quienes ejercen el poder le conceden no casualmente poca importancia, la rendición de cuentas.
Se tiene que evitar que las cosas concluyan como están terminando. Hay que evitar el batidillo y lamentable escándalo, hay cómo hacerlo. Es aquí donde los institutos autónomos y ONG son claves, así que en lugar de buscar cómo desaparecerlos se tendría que buscar cómo impulsarlos.
RESQUICIOS.
Dice Alfonso Durazo que “regresará la decencia” a Sonora. Suponemos que pronto sabremos quiénes son los indecentes, no vaya a ser que la bien evaluada exgobernadora esté en la lista de los indecentes.