¿Insensibilidad?
Por Javier Solórzano Zinser
El Gobierno ha venido dando tumbo tras tumbo con el tema de las vacunas, las medicinas y con los niños que requieren de medicinas.
Da la impresión que el Gobierno se ha vuelto insensible y se ha creado una imagen distante de sectores de la población que, estén o no en el radar del Presidente, tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones.
El vocero de la pandemia ha ido perdiendo credibilidad. Como se ha venido insistiendo, de ser un científico pasó a ser un político e ideólogo que ha terminado por tirar línea. Despotrica cada vez que puede contra los medios, redes y de quien piensa distinto.
Lo que dijo en la mañanera lleva a los extremos. No hay duda que hay que atender a la población vulnerable. Si las vacunas no les han llegado mucho tiene que ver en la estrategia que han seguido. Están quienes no quieren ser vacunados, pero también están los que no han podido ser vacunados, a pesar de que a diario nos informan de la llegada de miles de ellas.
Que diga que aplicar vacunas a los niños “quita dosis a los vulnerables” es partir de un diagnóstico sin información, porque se está asegurando que los niños no son vulnerables, siendo que se han presentado un buen número de casos de contagios entre ellos.
No generalizamos, pero si el sector salud no está viendo lo que está pasando resulta profundamente peligroso y descuidado que no se percate de que los niños son sujetos del contagio y, sobre todo, entre quienes tienen comorbilidades.
No se escatima la ayuda que el Gobierno ofrece a países que no tienen posibilidad de acceder a las vacunas. La cuestión está en que para salir de los grandes problemas que se tienen lo primero e inmediato es buscar la mayor cobertura, la cual está muy lejos de alcanzarse.
Si el Gobierno cree que detrás de cada protesta de los niños que no ha recibido vacuna o medicamentos se encuentra una especie de complot, las posibilidades de resolver los problemas, que no son inventados y que sí existen, son mínimas. Imaginar que detrás de la demanda hay ataques al Gobierno, lo cual repite a menudo el Presidente, significa que no se tiene un diagnóstico sobre los problemas de salud de un buen número de niños.
Prevalece la idea de que al Gobierno no le gusta la crítica y que cuando se le plantea contraataca, desprestigia, despotrica y señala. No se ve a sí mismo y pasa a segundo plano el drama, el dolor y la tristeza de miles de familias.
La gobernabilidad en este sentido pasa por los terrenos de la insensibilidad que es lo peor que le puede pasar a un gobierno que se autodefine como sensible y por estar al lado de los más desprotegidos.
Sigue siendo un enigma cuál es la razón por la cual el Presidente no se ha querido reunir con los padres y madres de niños con cáncer. Los ha pasado de largo y no solamente eso, los ha señalado asegurando que están manipulados.
Israel Rivas, padre de Dana, niña con cáncer, nos asegura que las autoridades de Salud les han prometido en más de 25 ocasiones que ya les van a entregar las medicinas, en tanto que el Presidente lo ha hecho en al menos 7 ocasiones.
En ese marco, la declaración de ayer del afamado vocero lo que provoca es mayor encono reflejando una insensibilidad por el fondo y forma en que se expresan temas tan delicados de manera tan fría y con pocas explicaciones argumentativas.
Queda claro que esto no va a cambiar. Vamos a seguir los próximos tres años en un toma y daca interminable sobre el tema. Alguien en el Gobierno tendría que tomar conciencia de la importancia que tiene llevar la gobernabilidad por los terrenos de la empatía y sensibilidad, la cual no es patrimonio sólo de quienes son incondicionales.
RESQUICIOS.
No queda claro si el Presidente no quiere hablar del aborto para evitar un “desgaste” o “exponer la investidura presidencial”, o porque no quiere hablar del tema por razones que sólo él conoce; no es la primera vez.