Quebradero

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“Fueron los marinos”

Por Javier Solórzano Zinser

En medio de la vorágine cotidiana vale detenerse en la disculpa pública que ofreció la Secretaría de Marina a los familiares de las cerca de 40 personas desaparecidas entre febrero y mayo del 2018 en Nuevo Laredo.

En un hecho inusual el contralmirante Ramiro Lobato dijo que “…lamenta profundamente la situación, por la cual se compromete a continuar colaborando con las autoridades”.

En abril de este año las autoridades acusaron a 30 marinos por haber presuntamente participado en desapariciones forzadas.

La importancia del tema radica en sí misma y en que durante años las instituciones encargadas de la seguridad han pasado por alto todo tipo de señalamientos y acusaciones que se han presentado en su contra.

Desde que en 2006 Felipe Calderón lanzó a las calles a las Fuerzas Armadas, entramos en terrenos de acusaciones de violación de derechos humanos por estas instituciones, no hay antecedentes de procesos de investigación contra el Ejército y Marina por sus actos.

Calderón y Peña Nieto optaron por desatender las denuncias protegiendo a las instituciones, ya sea para justificar sus estrategias en materia de seguridad o para no exponerlas siendo que desde que las colocaron en funciones de seguridad ya estaban expuestas.

En muy pocas ocasiones los militares han sido castigados o señalados por los delitos que han cometido, más bien han sido protegidos por los gobiernos. La gran mayoría de las denuncias de ciudadanos y organismos de derechos humanos han sido soslayadas e incluso han tratado de ser revertidas en contra de los denunciantes.

Lo sucedido el martes pasado en Nuevo Laredo debe ser valorado y debe ser el inicio de muchas más acciones de la autoridad contra las violaciones a los derechos humanos por parte de los cuerpos de seguridad, particularmente del Ejército y la Marina.

Jessica Molina Rodríguez, esposa de José Daniel Trejo García, una de las víctimas, pronunció en el acto un discurso triste, conmovedor y con la rabia contenida que expresa un sentimiento generalizado de las y los familiares de las víctimas, destacamos uno de sus párrafos.

“Hoy comparto el sentimiento de mis compañeras, y si bien una disculpa pública no para el sufrimiento y la angustia que nos ha tocado vivir, al menos permite seguir como hasta el día de hoy, caminando con la frente en alto, sin esconder nuestros rostros, nos da la tranquilidad de saber que ahora no sólo nosotras sabemos que siempre dijimos la verdad: fueron los marinos”.

El defensor de derechos humanos en Nuevo Laredo, Raymundo Ramos, ha sido un factor fundamental en todo esto. Ha recibido todo tipo de críticas y amenazas y nunca dio un paso atrás. Estuvo siempre del lado de las víctimas y fue sujeto de todo tipo de calumnias.

Sin embargo, Raymundo fue paciente y aguantó hasta el final. En las conversaciones que hemos sostenido pudimos confirmar que es la personificación del valor de los defensores de los derechos humanos por más que hayan tratado de menospreciarlos y en el absurdo hasta señalarlos.

Los recientes datos dados a conocer por Gobernación son la prueba del sistemático ataque a los defensores de los derechos humanos y el riesgo bajo el que viven.

El Gobierno ha dado un gran paso con esta inédita y alentadora disculpa pública. Lo que ahora viene es llegar hasta las últimas consecuencias con los marinos presuntos responsables, al tiempo que atender a miles de víctimas que han vivido situaciones similares en todo el país y valorar a los defensores de los derechos humanos y no andarlos señalando de manera absurda y reprochable.

RESQUICIOS

La líder del Colectivo Madres Buscadoras de Sonora, Cecy Patricia Flores Armenta, nos dice que la última vez que habló con Aranza Ramos la encontró preocupada, “la noté extraña”. Aranza llevaba todo el año buscando a su marido. La semana pasada fue secuestrada y asesinada, éstos son los asuntos prioritarios y no andar dándole vueltas a temas como la sucesión a estas alturas del sexenio.