Quebradero

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Cuando su destino les alcance

Por Javier Solórzano Zinser

Dentro de las muchas prisas en las que anda el Presidente le ha aparecido una más, apurar los tiempos de la sucesión.

El Presidente parte con razón de que seguramente su partido conservará la Presidencia y la mayoría, por más relativa que sea, en el Congreso. Es probable que al echar a andar su fortalecida maquinaria quiera obligar a la oposición a mostrar sus endebles cartas.

No se ve por ahora quién pueda encabezar un proyecto que enfrente a Morena, el Presidente lo sabe y por ello coloca en el imaginario colectivo y, sobre todo, en sus ánimos, a personajes, los cuales en algunos casos no se les ve mérito alguno. Si terminan en el ánimo del Presidente, éste se encargará de construirles sus méritos.

No queda del todo claro por qué se está metiendo en estos terrenos. No parece ser que el tema urja, porque llega a la mitad de su mandato con un peso y una fuerza real que no llegaron a tener sus antecesores.

Lo que son las cosas, Carlos Salinas entró a la segunda mitad de su mandato fortalecido. La elección del 91 le cambió la cara a su gobierno después de que en el 88 tuvo un muy cuestionado triunfo, el cual lo colocó a él y al PRI abiertamente disminuidos. La elección intermedia le dio aire, aunque al final, el país se encontró con un desaguisado que dejó el llamado “innombrable”, el cual todavía tiene secuelas.

Quizá las prisas de López Obrador pasen por dejar establecido quién define las reglas del juego antes de que cualquiera se adelante o que el ejercicio del poder le vaya quitando fuerza. Su metáfora de la “corcholata” es desafortunada, lo que subyace en ello es que no hay nadie más que él para ser el fiel de la balanza.

Si se ha venido asumiendo como la representación de la voluntad popular es obvio que tratará de personificarla y asumirla en vías al 2024.

Es también presumible que lo que quiera sea ver en acción a quienes pueden sucederlo, sin pasar por alto que dos de ellos cargan con el colapso de la Línea 12.

Quizá quiera buscar también tapar a la oposición abriendo una larga lista de suspirantes que son gente cercana a él, al tiempo que seguir teniendo el control de la agenda y obligar a que hablen de lo que hace y lo que dice y más en un tema que en el fondo inevitablemente causa cierto morbo.

López Obrador está haciendo lo que en muchas ocasiones criticó, meterse en los terrenos del futurismo, a querer o no, colocando a los suspirantes en terrenos de alianzas e intentos de sumas con grupos dentro y fuera de Morena en tiempos en que el país atraviesa por una infinidad de pendientes.

Más que un elemento distractor, da la impresión que el Presidente quiere echar a andar su maquinaria y con ello la de su sometido partido para tener el control antes de que el juego se abra y no haya manera de sujetarlo.

Ha de querer conocer elementos que le son imprescindibles: la lealtad; quién le puede garantizar mantener y fortalecer su proyecto de gobierno. Ha de querer verlos interactuando más allá de los lugares comunes del “yo respeto mucho a Marcelo…” como soltó ayer la Jefa de Gobierno de la capital.

Suponiendo que el Presidente tendrá sus motivos, lo que hoy sigue siendo un pendiente es el resultado que puede ofrecer al final de su mandato. Va a ser difícil que le juren lealtad si el país se queda en una infinidad de pendientes, porque nadie va a querer cargar con todo ello y va a ser muy difícil ser candidata o candidato bajo una tesitura como ésta.

Lo que debe quedar claro es que cuando les alcance su aspiración al futuro, al tabasqueño y a su partido la única manera en que puedan quedarse con lo que suspiran será si resuelven el presente, lo cual hoy no se ve claro.

RESQUICIOS

La pandemia está desatada. Hay menos fallecimientos, pero los contagios son los mismos de hace un año. La tercera ola tiene 5 semanas, pero según el afamado vocero apenas lleva 4. Sigue lenta la vacunación, tenemos hospitales saturados y los contagios están a tope.