Quebradero

Share

Gobernar para todos, ¿y entonces?

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

Las elecciones parecieran que le han servido al Presidente, entre otras cosas, para relanzar pullas y señalamientos a diestra y siniestra.

La lectura que está teniendo el tabasqueño no pasa por la autocrítica. A partir de los señalamientos del diputado Pablo Gómez, reconociendo que a Morena le había ganado la “soberbia”, han surgido comentarios en los que se reconoce que lo que pasó a la CDMX tiene que ver con estrategias mal diseñadas y sobre todo con la idea de que con la simple presencia se podía ganar.

El propio Presidente ha empezado a reconocer un poco a fuerzas que no se hicieron las tareas debidas, a lo que se han sumado una serie de interpretaciones trompicadas y, en algunos casos fuera de lugar, sobre las elecciones en la capital.

El partido del Presidente salió de alguna u otra manera fortalecido. Los resultados en los 15 estados en que estuvieron en disputa gubernaturas son un gran triunfo para el Presidente y su partido; el Pacífico mexicano está pintado de color morena y por lo que dijo López Obrador el fin de semana, Oaxaca ya es un PRI-Mor.

Sin embargo, se abrieron algunas grietas que por ningún motivo se pueden soslayar o manejar bajo la idea de que todo se debe exclusivamente a factores externos.

El Presidente ha señalado de manera ligera y sarcástica a las clases medias por haber sido “persuadidas” y “convencidas” de un discurso anti-4T. Sus afirmaciones limitan la lectura y cargan de lugares comunes e interpretaciones menores lo que pasó en la capital.

Si los capitalinos a decir del Presidente tenemos una formación educativa importante deberá reconocer que el proceso educativo, el cual también tuvo, lleva a desarrollar una capacidad de reflexión y desarrollo del pensamiento que permite distinguir los elementos que conforman nuestro entorno y nuestras vidas.

A mayor educación, mayor información y por ello la construcción de procesos mentales de discernimiento. Es muy probable que el equipo del Presidente, con excepción de algunos de sus integrantes con una condición económica evidentemente favorable, el resto es en buena medida de clase media, la cual hoy señala y fustiga. Muchas y muchos funcionarios son parte de lo que se conoce como “la cultura del esfuerzo”, lo cual incluye a sus familias.

La paradoja es que el Presidente señala a las clases medias como el detonador del cambio parcial del panorama político en la CDMX pasando por alto que en buena medida las clases medias lo apoyaron en las elecciones que lo llevaron a la Presidencia.

Las clases medias fueron un factor fundamental en la capital para el triunfo desde 1997 de la izquierda. Aquel necesario cambio en la dirección de organización de la CDMX conjuntó una serie de elementos que son los mismos que hasta ahora habían sido fundamentales para los triunfos del PRD y hoy de Morena.

El peso de este sector de la población es fundamental en la economía. Cuatro de cada 10 hogares son de clase media con lo que esto significa en términos expansivos por el tipo de trabajo que desempeñan. Muchos de los estados en los que triunfó Morena tienen a la clase media como su factor central para su desarrollo económico y social

El Presidente no puede perder de vista que esa clase media en buena medida ha estado con él. Si bien se dividió en la elección en la que el tabasqueño ganó la capital, recordemos que Santiago Creel estuvo cerca de ganar, al final fueron las clases medias las que lo apoyaron y las que en buena medida fueron claves en la elección del 2018.

Ayer el Presidente dijo que es “faccioso” gobernar para un solo partido y que se debe gobernar para todos, ¿entonces?

 

RESQUICIOS.

Por lo que se ve detrás de la crítica de la prensa internacional todo es algo así como un complot. El turno es ahora de The New York Times y su investigación sobre el colapso del Metro. ¿No habría manera de que se reflexione sobre la investigación, sobre un hecho que sigue bajo muchos pendientes en cuanto a las acciones de los gobiernos?