Una elección con y sin el Presidente
Por Javier Solórzano Zinser
Pase lo que pase el 6 de junio no se aprecian indicios de que el Presidente vaya a perder fuerza, influencia y poder.
Lo que se va viendo es que, a pesar de estar bien posicionado, se han incrementado las críticas a su gobierno y a su persona. La polarización está llevando a dividirnos en dos bandos sin matiz alguno. Muy probablemente el Presidente saldrá bien librado lo que se ratificará días después en la consulta que se inventó sobre su permanencia en el cargo.
El grave problema que eventualmente pueda enfrentar es que lo alcance la terca realidad y no tenga cómo responder, hay inquietantes indicios en el plano económico. La dificultad está en que es un asunto de fondo, el cual se está abordando con mecanismos que no están sirviendo para revertir las cosas.
Por ahora, habrá que esperar el 6 de junio, la idea de que Morena barrería en el proceso se ha ido diluyendo. En algún sentido la alianza opositora ha ido dando algunos resultados, al tiempo que el gobierno está inevitablemente pasando por el desgaste en el ejercicio del poder.
Algo que se vislumbra es que al Presidente le vaya bien, pero a su partido no le vaya tan bien como en 2018. Al interior de Morena hay muchas inconformidades por los procesos de selección de candidatos, sin pasar por alto el caso lamentable de Guerrero, a lo que se suman testimonios de militantes, quienes han manifestado su inconformidad por la forma en que se han hecho las cosas.
Una frustrada candidata a diputada dijo recientemente que en Morena no hacen encuestas para la selección de candidatos, eso, dijo, es una farsa.
López Obrador está apostando su resto a conservar el Congreso, es su gran objetivo, porque es la llave que le puede permitir los cambios que quiere seguir haciendo. A pesar de que muchas de las propuestas presidenciales no tienen el asidero del Estado de derecho, es definitivo que el Presidente no va a cejar en su empeño, lleva 18 años en ello.
Estas semanas ha dirigido las baterías hacia los estados del norte. El riesgo que puede correr es que salga raspado, en el norte del país no les gusta que se tomen decisiones sobre ellos desde el centro; es una dinámica distinta a la del sur.
NL sigue siendo un enigma, pero si algo queda claro es que la candidata de Morena está desfondada. Tamaulipas es el otro enigma, el cual combina el muy desaseado proceso de querer quitar al gobernador a como de lugar, y la duda de cuál será la reacción en las urnas de las y los tamaulipecos el 6 de junio; no queda claro si al final vayan a castigar al Presidente y su partido o lo contrario.
A la par de estos escenarios habrá que ver hasta dónde aguanta la liga con el tema de los institutos autónomos, las ONG y sobre todo qué va a pasar con el sistemático ataque al INE y los intentos presidenciales de meterse en la Corte.
Este último asunto está siendo cada vez más delicado, porque por más que diga el tabasqueño que hay una división de poderes los ministros, en hechos inusuales, se la han pasado estos días visitando Palacio Nacional. El mandatario asegura que se debe a que quiere informarles, o más bien convencerlos, de las virtudes de sus reformas; es como si un abogado se reuniera con el juez en relación al caso que esté llevando.
El Presidente se la ha pasado diciendo una y otra vez que le han pedido que no haga ciertas cosas; sin embargo, se la pasa haciéndolo pasando por alto desde la privacidad de algunos asuntos hasta la eventualidad de exponer el debido proceso.
El 6 de junio no va a resolver muchos de nuestros problemas. Lo que se puede hacer es variar los escenarios políticos, lo cual en función de lo que estamos viviendo podría abrir nuevas expectativas y nuevos equilibrios.
RESQUICIOS
El sistemático ataque al INE de parte del Presidente y de la sometida dirigencia de Morena ha venido permeando entre los millones de seguidores del tabasqueño. Si pierden las elecciones será culpa del árbitro y si las ganan será a pesar del árbitro.