Quebradero

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L-12, “carroñería” y “politiquería”

 

Por Javier Solórzano Zinser

 

La prioridad, diríamos el primer deber, ante el colapso del Metro son las personas.

 

Por diferentes testimonios hay evidencia de que existen muchos pendientes, los cuales pasan por la desigual atención de las autoridades, por la recuperación de los lesionados y las indemnizaciones.

 

El colapso del Metro sigue estando en el imaginario colectivo no sólo de la capital. Empieza a ser inevitable entrar en la delimitación de responsabilidades y de la política, lo cual anda llevando a descalificaciones y al “yo no fui”.

 

Lo paradójico, como suele suceder en circunstancias dramáticas y dolorosas como ésta, es que los actores centrales, del pasado y presente, van soltando las manos a través de “sus terceros”.

 

A Claudia Sheinbaum le han salido apoyos de toda índole empezando por el Presidente, quien destaca cada vez que puede las virtudes de la Jefa de Gobierno, que sin la menor duda las tiene.

 

Lo que sigue siendo confuso es por qué el Presidente tomó en algún sentido distancia. No se encuentran razones para entender por qué dejó pasar el tiempo, hablamos de la noche del colapso, y por qué en las mañaneras se le ha dedicado poco tiempo a un hecho de enorme relevancia que sacudió dolorosamente a los capitalinos y al Edomex.

 

Cinco y medio millones de usuarios diarios del Metro explican, entre otras muchas razones, por qué el colapso es un asunto de la cotidianidad. Por más que se insista en evitar la “carroñería” y la “politiquería” es evidente que ya está a todo lo que da entre nosotros.

 

Lo sucedido ha colocado a dos personajes con posibilidades de ser candidatos de Morena a la Presidencia en 2024 cara a cara. Por más previsible que sea habrá que insistir en que quien decidirá ese futuro es el Presidente, así lo ha venido haciendo y lo hará.

 

El colapso ha afectado a Morena, a los presuntos “presidenciables” y hasta al Presidente. No queda claro cuáles serán las consecuencias de todo esto, pero de que están tocados, están tocados.

 

Señalar a Miguel Ángel Mancera está siendo una salida fácil y falsa. La investigación tiene que pasar por quien desarrolló el proyecto, por quien gobernó la pasada administración y por quien hoy gobierna.

 

La obvia idea de poner a Mancera en el centro y proponer quitarle el fuero, emanada de una legisladora de Morena, más que una búsqueda que aporte elementos a la investigación es tratar de hacer a un lado a “nuestro canciller” y “nuestra Jefa de Gobierno” para llevar la atención a otra ventanilla.

 

La demanda presentada por el PT va por el mismo rumbo. Al momento lo que se tiene sobre el colapso son interpretaciones y suposiciones, siendo que la investigación está en curso no sabemos de dónde salieron las responsabilidades de Mancera, sin hacer a un lado el que tenga que ser investigado.

 

Lanzan culpas más que para hacer justicia, para exonerar a los suyos, lo cual muestra la mirada oportunista y poco seria de cómo ven la tragedia. Pareciera que a muchos no les importan las víctimas, sino más bien cuidar a los suyos.

 

Sería más efectivo sumarse a la propuesta de que la directora del Metro comparezca ante el Legislativo para tener elementos sobre la operatividad y mantenimiento del Metro y lo que pudo provocar su colapso.

 

Estos primeros escarceos inquietan, porque sería lamentable que fueran el preámbulo de una investigación desigual en donde antes que delimitar responsabilidades y actuar con justicia se estén buscando chivos expiatorios, exactamente como le hacían antes.

 

La Jefa de Gobierno es clave. En buena medida está en ella la investigación, así como también está de por medio su futuro y su presente.

 

RESQUICIOS

 

La vida de Lydia Cacho ha sido, es y será intensa, luminosa, ruda, de riesgo y peligrosa. Su fundamentado e influyente periodismo es clave en la causa de las mujeres. La detención de Kamel Nacif ayer en Líbano es un paso determinante para que se haga justicia a muchas mujeres y particularmente a Lydia.