Por Ruby Soriano
Entre la vida personal y la vida profesional de un funcionario público, hay una delgadísima línea que puede quebrar el presente y futuro político de un personaje.
Santiago Nieto, el Zar Anticorrupción en México, se ganó esa difícil percepción del funcionario honesto, que tras una persecución en tiempos del ex Presidente Enrique Peña Nieto, se mantuvo intacto para señalar los actos de corrupción.
En el actual sexenio, Nieto parecía ser de lo rescatable en la 4T al desempeñarse como titular de UIF (Unidad de Inteligencia Financiera) desde donde han salido varios golpes financieros a las cuentas de personajes presuntamente vinculados con actividades ilícitas.
Hace unas semanas, el escándalo de Emilio Lozoya, ex director de PEMEX, al ser captado en el restaurante Hunan, orilló al Zar Anticorrupción a lanzar un tuit donde calificó de «afrenta» la reveladora acción del indiciado que con todo descaro burlaba su proceso judicial y a las autoridades.
El turno ahora es del propio Santiago Nieto quien pareciera haber querido huir de México para que su boda luciera con toda fastuosidad desde Antigua, Guatemala. Como si cruzando la frontera se desvaneciera el principio que tanto pregona el gobierno para el cual trabaja: La Austeridad Republicana.
Es verdad que en la política y en la función pública, quienes la ejercen tienen todo el derecho de hacer en su privacidad lo que mejor les plazca.
Sin embargo, cuando el cargo va en función de combatir la corrupción y los excesos, también se debe aplicar el principio de congruencia.
Los integrantes del gobierno de la 4T liderados por el Presidente AMLO se han cansado de pregonar una austeridad que ya vimos es sólo discursiva, pues a los hombres del Presidente les gusta el poder de «poder» darse los lujos que rayan en la ostentosidad de los «neoliberales».
Santiago Nieto se aplicó un autogol con su propia boda, la que podría haber pasado desapercibida, pero representó el escándalo del fin de semana, al filtrarse que autoridades guatemaltecas detectaron 35 mil dólares en efectivo que portaba una de las invitadas que viajaba en vuelo privado junto con otro invitados, a la boda de Nieto y la consejera electoral Humphrey.
El escándalo propició la remoción de la titular de Turismo del Gobierno de la Ciudad de México, Paola Félix Díaz.
El escándalo de la boda Nieto-Humphrey exhibe el doble discurso de un gobierno y sus integrantes, quienes están muy lejos de practicar la llamada austeridad republicana que cada vez se aleja y a pasos agigantados de la 4T, para dar paso a la nueva izquierda «perfumada».
@rubysoriano @alquimiapoder