Sin recurso es puro discurso
Por Mónica Mendoza Madrigal
Las cifras crecen. Marzo fue el mes con más feminicidios diarios desde que este registro se realiza, pero entonces llegó junio con un nuevo rebase y así llegamos al agosto letal que vivimos en materia de violencias feminicidas.
Esta semana nos estremece conocer el caso de Cochoapa en donde unas niñas permanecieron encarceladas durante varios días porque la más grandecita se negó al intento de violación de parte de su suegro, quién se sintió en el derecho de abusarla como parte de la compra que hizo para el matrimonio de su hijo, ante cuya ausencia intentó suplirlo. Y entonces una se pregunta ¿por qué sigue tan impunemente permitiéndose la venta de mujeres y niñas en este país? ¿Por qué no se castiga como trata lo que a todas luces lo es? ¿Por qué las instituciones son omisas y cómplices en estos casos?
La alegría de saber que 6 años después al fin fue sentenciado a prisión vitalicia el feminicida de la niña Fátima, se nubla cuando reparamos en que el 98% de los casos que son denunciados por estos delitos quedarán impunes.
Pero eso sí, en octubre los edificios públicos son iluminados de color rosa para expresar la voluntad institucional de combatir el cáncer de mama, aunque miles de mujeres mueran porque no accedieron a una mastografía a tiempo.
De ese tamaño es la distancia que separa al discurso público que las y los políticos pronuncian en las más altas tribunas solo para llenarse de adulación, y la vida a la que se enfrentan mujeres de todas las edades y todas las condiciones socioeconómicas en una realidad que las vulnera sin excepciones. Aquí no hay privilegios que exceptúen las discriminaciones y las violencias. Todas somos vulnerables.
Estos hoyos negros que existen en la atención integral a las múltiples violencias a que las mujeres nos enfrentamos yacen en las incontables omisiones que el desdén, la ignorancia y la miopía provocan de parte de autoridades e instituciones que funcionan más como cómplices de la misoginia que de aliadas y aliados de la justicia, sesgo que se hace también presente en los cada vez más escasos recursos que son destinados a la atención integral de las mujeres.
Desde 2008 fue incorporado al Presupuesto de Egresos de la Federación el Anexo 13 como una acción afirmativa que – se dijo – buscaba introducir la perspectiva de género al ejercicio del gasto público destinado a programas para la Igualdad. La brutal disminución que se ha ido haciendo a los recursos contenidos en este apartado y la inclusión en él de programas de no contienen perspectiva de género son evidencias de su ineficiencia, por lo que en la Tercera Conferencia Nacional de Legisladoras y Organizaciones de la Sociedad Civil sobre el Presupuesto para 2022 fue contundente la petición de parte de las organizaciones feministas de desaparecer el Anexo 13 pues no responde a la realidad de este país, ni es proporcional al 52% de las mujeres que somos en México.
Por ello el reclamo de ponerle fin a este apartado y la necesidad manifiesta de hacer transversal la perspectiva de género a todo el Presupuesto de Egresos. Si las mujeres somos más de la mitad de las personas en México, lo justo es que todos los programas y acciones a los que se destinan recursos públicos cuenten con este enfoque para que todo tenga esta orientación hacia la igualdad.
Las mujeres en México somos las más pobres entre los pobres, las más marginadas, las más violentadas. Justo es que cada centavo del recurso público que se destina a cada uno de los rubros que requieren dinero público, considere a mujeres y hombres por igual. Solo así se disminuirán las brechas de desigualdad que nos separan y que nos vuelven tan vulnerables.
Cuando ante la danza de cifras sobre el incremento de las muertas se planta la pregunta de ¿qué tiene que pasar para que esto pare? la respuesta es muy clara: se debe dejar de simular y actuar con absoluta responsabilidad.
En la misma semana en que activistas acudimos a San Lázaro para plantearles a las Legisladoras la importancia de transversalizar el recurso público y de escucharlas y escucharnos en nuestros planteamientos sobre que el presupuesto tiene que mirar a las organizaciones civiles que hacen el trabajo a donde el Gobierno no llega, entendiendo que estamos en una crisis civilizatoria por el brutal incremento de las violencias que nos obliga a colocar en el centro de la atención a las niñas y a las mujeres para que el presupuesto esté orientado a la prevención y erradicación, recibimos y celebramos con beneplácito la aprobación unánime de la creación de la subcomisión de Presupuesto de Género para el PEF 2022 como un fruto derivado de esta tercera conferencia y del esfuerzo continuo por incidir en la asignación presupuestal.
Pero en un Congreso Federal integrado por una paridad efectiva pero en el que los hombres se han apoderado de todas las coordinaciones de bancada, decimos fuerte y claro: exigimos paridad para que siendo la mitad de todo, tengamos la mitad de todo. Por eso demandamos un presupuesto transversal. Basta de discursos sin recursos.