Quebradero

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Tres años más con el mismo dilema

Por Javier Solórzano Zinser

En medio de la crispación, cuesta trabajo tener un justo medio sobre la gestión del Presidente. Andamos entre filias y fobias y todo lo que se diga difícilmente supera este lamentable maniqueísmo.

La confrontación política no necesariamente tiene rasgos negativos, en la medida en que se construye el clima de diálogo se fortalece la convivencia, la cual es fundamental para la democracia. Tenemos ante nosotros diques para el entendimiento, a lo cual abona el Presidente, sin pasar por alto a los opositores que igual están en los medios, en los partidos y en la academia.

Al no existir un clima que permita un debate con el Presidente el país se va viendo bajo tonalidades en donde pareciera que sólo lo que se plantea desde Palacio Nacional es válido. Los debates en el Congreso no necesariamente trascienden a la práctica en la vida del país, el peso de la abrumadora Presidencia no abre los espacios al debate.

Al no existir un diálogo real entre los Poderes la voz del Presidente predomina de tal manera que se convierte en la verdad sobre muchos temas lo que incluye el diagnóstico del país. Las cosas terminan por ser como se ven desde Palacio Nacional, lo cual lleva a una mirada unilateral de las cosas.

Todo esto viene a cuento porque en el informe que presentó ayer López Obrador existen una serie de interpretaciones y datos que tienen maneras justificadas para verse diferentes.

La gran pregunta bajo las circunstancias tan adversas en que se vive es saber qué país somos. Tener claridad en ello significa atacar nuestros problemas de manera precisa y no a través de información que puede ser interpretada de diversas formas e impida ir a la médula de los problemas para resolverlos.

La crítica a la referencia insistente del Presidente sobre que tiene “otros datos” debiera tener que ver con la importancia de que a través de dicha información se tengan elementos precisos para actuar y establecer políticas públicas ante la terca realidad. La excesiva politización del informe, práctica recurrente en todos los informes presidenciales, está impidiendo tener elementos para conocer por dónde andan las cosas en el país.

No se puede soslayar que algunas estrategias del gobierno han logrado permear positivamente teniendo resultados concretos. Sin embargo, estamos ante un largo camino del cual, por ahora, sólo se ven esbozos por lo que resulta cuestionable la afirmación de ayer del mandatario respecto a que “me puedo ir tranquilo”.

Es evidente que falta mucho por hacer por más que con lo que se ha hecho hasta ahora se estén creando bases que, como fuere, se necesitan consolidar ante la terca realidad. No tiene sentido desconocer las muchas cosas que ha hecho López Obrador en forma y fondo, lo que pasa es que para que lleguen a transformar a la sociedad en su conjunto, como lo imagina, hay un largo terreno por recorrer a lo que se suma su mirada parcial sobre el diagnóstico del país.

El caso de las remesas ejemplifica parte de esto. Son, sin la menor duda, estratégicas para el desarrollo, sin ellas estaríamos en muchas áreas atrapados sin salida. Sin embargo, la visión que tiene sobre ello no va aparejada con políticas que se estén instrumentando en el país. Las remesas tienen que ver con el gran esfuerzo de los paisanos y con la dinámica económica de EU, en el fondo lo realmente destacable es que los migrantes no dejan de pensar en los suyos.

Para el Presidente es de enorme importancia informar cada determinado tiempo. El problema es si lo que reporta está aparejado con un diagnóstico país que no sólo sea el que ve en su entorno. Vienen tres años con el mismo dilema.

RESQUICIOS

Por más que digan que la salida de Julio Scherer es un “rumor” todo indica que es cuestión de tiempo para que se oficialice, algo se rompió al interior de Palacio Nacional. Se va un personaje muy cercano al Presidente y tarde que temprano debiéramos saber el porqué, no se va un personaje cualquiera; insistimos algo se pudo romper.