Por Francisco Montfort Guillén
¿En qué clave debemos interpretar el actual manejo de la política en México? Parecen limitados los análisis exclusivamente políticos o sociológicos o antropológicos. Al parecer tendremos que recurrir a documentarnos en la forma que Elliot Ness consiguió atrapar al famoso Al Capone, o echar un vistazo a los esfuerzos italianos, sobre todo a su poder judicial, para desmantelar las relaciones estructurales entre la mafia y sus gobiernos. Y, por otra parte, asomarnos a los cánones del buen oficio de la política, que ayudan a tener un escenario teatral de elevado nivel.
Nuestro presente actualiza la sentencia atribuida a Otto Von Bismark, el káiser alemán que decía, palabras más palabras menos, que aquellas personas que gustaban de comer salchichas deberían abstenerse de saber cómo eran fabricadas, Y lo mismo, afirmaba, sucede con la política, si eres de las personas que se informan sobre las decisiones de tus políticos, es mejor que no sepas cómo se cocinan esas decisiones.
La política en México tiene como parámetros para ser entendida dos marcos: el de las relaciones entre gobierno y crimen organizado y el de la elaboración a trastienda de las políticas públicas. Con estas ideas faro tal vez empecemos a entender la forma en que funciona el régimen de Morena. Después de los trascendidos y filtraciones sobre el huachicol, que no informes oficiales sobre la operación de la mafia que ha cometido el mayor desfalco al erario en toda su historia, debemos hacer conciencia de que esta actividad marcó un punto de inflexión en la manera de ver esos contubernios.
Porque desde hace muchos sexenios sabíamos cómo operaban los distintos municipios que eran cooptados por el crimen organizado. Casi siempre se trataba de una captura. Pero de 2018 a la fecha sabemos que no solo los gobiernos municipales, sino también los gobiernos de los estados suben al poder con y gracias a la colaboración, voluntaria o forzada, pero no plenamente contraria e indeseada, con el crimen organizado.
Desde 2019 las relaciones entre gobierno y crimen organizado tuvo un giro que bien puede llamarse institucional. De acuerdo con Raymundo Riva Palacio el mecanismo para operar el huachicol fiscal fue ideado por Marcelo Ebrard para salir de la crisis de falta de previsión de las compras de gasolina que cometieron el director de PEMEX y la secretaria de Energía del gobierno de López Obrador. Y la medida que debía ser temporal, una vez restablecidos los flujos de importación de gasolina, debido a la facilidad de operar el trafique ilegal y los montos de ganancias que dejaba, se convirtió en actividad permanente.
El responsable de ejecutar este mecanismo fue movido de la subsecretaría de gobernación, debido a las primeras filtraciones, y fue a dar a las oficinas de Mario Delgado, entonces presidente nacional de Morena. Y de acuerdo con Acosta Naranjo, que realizó un estudio con cifras oficiales de exportaciones de USA e importaciones de México en materia de gasolina, lo que hizo en la práctica Andrés Manuel fue expropiar el mecanismo del huachicol fiscal y asignárselo a Morena. Así, Mario Delgado contó con inmensos recursos en efectivo para operar desde su elección como presidente del partido, cuestión que criticó y puso al desnudo Porfirio Muñoz Ledo, hasta las elecciones federales, estatales y municipales que se realizaron durante su mandato. Una actividad que debería ser sancionada con la pérdida de registro como partido político a Morena.
Guadalupe Acosta Naranjo calcula que solamente durante el mandato del Peje, el desfalco al erario rondó los 800 mil millones de pesos (más de 554 mil millones por concepto de IEPS y alrededor de 300 mil millones por concepto de IVA). Y esa maquinaria fraudulenta (que incluye a altos mandos de la Secretaría de Marina) no ha sido desmontada, aunque ahora trabaje con limitaciones. La última pieza de este rompecabezas, que ha sido exhibida, fue la filtración de las actividades de Raúl Rocha, el empresario codueño de Miss Universo. Y su caída se debe a una extraña filtración del ahora exprocurador Alejandro Gertz Manero. La detención de este empresario, en lugar de un éxito para su Fiscalía, se convirtió en la gota que derramó el vaso y provocó su torpe y desaseada salida, por un golpe autoritario de la presidente Sheinbaum.
Las actividades y la estructura operativa y de relaciones, al parecer, volvían a involucrar, en el negocio del huachicol y tráfico de drogas y armas, al menos a uno de los hijos de López Obrador y dio fuerza al remolino que amenazaba con destruir la “expropiación” que había hecho el expresidente del fabuloso negocio del huachicol fiscal a favor de Morena. La caída abrupta del procurador, operada con las patas, la llevó a cabo uno de los políticos señalados de traficar combustibles y drogas de manera oficial, a través de su exdirector de Seguridad Pública en Tabasco, el senador Adán Augusto López, investigado, precisamente por Gertz Manero.
Como puede apreciarse la expansión con respaldo oficial del crimen organizado y la fabricación de salchichas en Morena van de la mano. Durante la época de madurez del régimen priista la sociedad mexicana se acostumbró a ver cómo le servían salchichas políticas sin que se enterara de su fabricación. Conforme se fue desgastando el famoso sistema de la dictadura perfecta, a partir de Luis Echeverría, fueron apareciendo los entretelones de cómo el “sistema” operaba sus más difíciles decisiones. Los encargados siempre hicieron gala de su “oficio político” para evitar escándalos que minaran la imagen presidencial y el funcionamiento del sistema.
En resumen, se puede decir que el teatro fársico de Morena se mueve entre los límites de su capacidad para seguir manteniendo sus relaciones estructurales con las actividades ilícitas y la incapacidad de su quehacer político, que sólo nos han presentado cómo se fabrican las salchichas, nunca un plato de embutidos listo para ser degustado. Contradictoriamente, estas dos cuestiones trabajan a favor de la recuperación de la vida democrática del país. El PRI inició su declive por los escándalos y su mala imagen al no poder operar sus decisiones con “oficio político”. Esto mismo lo estamos viviendo ahora con Morena.