Quebradero

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Ni quien lo evalúe

 

Por Javier Solórzano Zinser

Alejandro Gertz ha sido actor central de la política mexicana y cuando estuvo a distancia tuvo asiento de primera fila.

Si se trata de revisar lo que ha hecho a lo largo de muchos años, podríamos decir que se la ha pasado acumulando información sobre los otros en más de algún sentido; pareciera que es más importante lo que sabe, que lo que ha hecho como funcionario y fiscal.

Su salida ha sido trompicada. Queda la impresión de que rebasó una línea particularmente delicada, lo cual llevó a la Presidenta a tomar una decisión que al tiempo que se convierte en un mecanismo de defensa y de un movimiento político que le da capacidad de maniobra, viene a confirmar que aquello de la autonomía de la FGR es relativo.

Al final, estamos ante un capítulo más del quítate tú para ponerme yo, en el cual se utiliza al Senado para poder cumplir, aseguran, con elementos legales que en el fondo se convierten en discrecionales.

Gertz supo cruzar sexenio tras sexenio jugando un papel preponderante, en donde, en muchos casos, lo hacía tras bambalinas utilizando y amparándose en los cargos que tenía.

En los últimos años se le señaló como punto de partida de filtraciones que en un buen número de casos fueron en contra de personajes de diversos niveles del Gobierno y del oficialismo, sin pasar por alto, las acusaciones en contra de quienes eran críticos del Gobierno.

De no ser porque quedaron en evidencia diferentes actores políticos de la llamada 4T, las cosas no parecieron haber trascendido, a pesar del cúmulo de contradicciones bajo el cual muchas de ellas y ellos viven.

Lo último tuvo que ver con la información sobre un singular personaje llamado Raúl Rocha, quien al mismo tiempo que se ha evidenciado, metía la mano en los concursos de Miss Universo, era parte fundamental de un capítulo más del lamentable el huachicol fiscal el cual ha detonado de manera evidente en estos años.

A estas alturas, sin pasar por alto las responsabilidades que pudieron gestarse durante el llamado neoliberalismo, es claro que en el pasado sexenio y el actual el huichol fiscal se ha convertido en una brutal pieza de corrupción que tiene su desarrollo entre funcionarios de todo orden, tanto de AMLO como de la Presidenta.

Uno de los señalamientos más delicados en contra de Alejandro Gertz tiene que ver con que manejó la justicia desde una perspectiva personal, que no colectiva. Desde el Gobierno no hubo voz alguna que lo señalara, fue como fiscal juez y parte.

De nuevo entramos en los terrenos especulativos sobre toda la información que pudiera tener el exfiscal lo cual es particularmente delicado para la actual clase gobernante y la que se acaba de ir. Mandarlo como embajador a un “país amigo” es la manera de exonerarlo ante cualquier tipo de responsabilidad. El exfiscal se va y nadie se atreverá a evaluarlo. Su gestión fue histórica, fue el primer fiscal General de la República.

De nuevo el Gobierno no evalúa lo que hace y a pesar de las contradicciones internas acaba por pasar la página, cuando es evidente que estamos ante un momento donde habría que hacer una evaluación profunda más que detenerse en conceptos de lugar común, como aquello de “esperemos que haya una mejor comunicación con la Fiscalía”.

Lo que se viene es la búsqueda de un o una nueva fiscal, lo cual de nuevo pone a prueba la voluntad del Gobierno y de la Presidenta de que la FGR sea genuinamente autónoma. Ya se va perfilando quién podría ser. La cuestión está en que en la forma que llegue será la forma en que se le vea.

La cuestión es si vamos por una Fiscalía autónoma o por una Fiscalía al servicio del Gobierno en turno, todo indica que prevalecerá lo segundo.

RESQUICIOS. 

No somos de la idea de que López Obrador haya reaparecido por alguna de las tres razones que en su momento mencionó. Lo que le importaba, creemos, es promover su libro y en el camino arremeter de nuevo contra los españoles y mandar uno que otro mensaje para la especulación.