Quebradero

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La corrupción y la bofetada

 

Por Javier Solórzano Zinser

La 4T no ha logrado sacudirse en lo esencial la corrupción. Por más que han hecho referencia a que con ellos la corrupción terminaría es claro que les rodea.

AMLO aseguró que a partir de que tomara posesión se iba a acabar con esta pesadilla.

Sin embargo, por más que dijo lo único que hizo fue enredarse en sus propias palabras porque no hubo avances significativos y los institutos autónomos, diseñados exprofeso para luchar contra la corrupción fueron desaparecidos.

Decía que no puede haber hechos de corrupción en el país sin que esté enterado el presidente. A esto sumó que insistiera que no hay manera de que pase algo o suceda en el país sin que el presidente esté enterado.

Pasaron muchas cosas en su sexenio, además de las que heredó, lo que llevó a que la Presidenta esté cargando con una gran cantidad de problemas, más los que en su administración se han ido sumando; con López Obrador quedaron muchas deudas y muchas dudas.

Las obras emblemáticas se incrementaron en su costo original, sin que quede claro de dónde salió el dinero para ello. El Tren Maya, Dos Bocas y el AIFA costaron dos veces su valor original. El problema no es sólo esto, sino que también está en duda su viabilidad y su pertinencia, después de toda la parafernalia que desde el poder se llevó a cabo para ponderar las obras como si fueran un antes y un después.

Lo que pasó en Segalmex marcó una parte del sexenio de AMLO en materia de corrupción. El expresidente se dedicó a defender a su director con argumentaciones difíciles de creer como aquello de que los culpables eran priistas que lo habían rodeado y engañado sin que se diera cuenta de lo que estaba pasando. Ignacio Ovalle acabó en Gobernación y no hubo una sola acusación en su contra, la corrupción en la empresa del Estado fue mayor que la llamada Estafa Maestra, que como se sabe, a menudo vuelven a hablar de ella, más como un acto de distracción y de politiquería que de intentos reales de ir hasta las últimas consecuencias, empezando por quien fue su director, que si nos atenemos a la máxima de López Obrador tendría que saber absolutamente todo lo que pasaba en Segalmex.

La Presidenta ha reiterado que la corrupción ha desaparecido.

El problema es que la narrativa no alcanza para enfrentar lo que tenemos ante nosotros. A menudo se conocen hechos de corrupción que tienen que ver con gobiernos de Morena.

La corrupción tiene que ver, evidentemente, con el dinero, robo, influyentismo, complicidad, trampa y cochupos. Pero también pasa por la discrecionalidad de los gobiernos y por la no acción ante asuntos que tengan que ver con la violencia. No hay manera de explicarse lo que pasa en algunos estados, de no ser que tengan que ver con hechos de corrupción, en los cuales intervienen diferentes instancias de los gobiernos.

El huachicol fiscal se ha convertido en un problema mayor. No sólo por la corrupción en su entorno, sino también, porque es un tema que nos cruza con el sexenio anterior y porque personajes de alto nivel relacionados, particularmente con la pasada administración están presumiblemente involucrados.

La narrativa no está alcanzando para asegurar que por decreto se acabó la corrupción.

En algunas áreas se ha avanzado, pero en la medida en que topemos con la negativa a la rendición de cuentas y la transparencia, la corrupción permeará aún más en nuestra sociedad.

El caso de Carlos Manzo nos ha mostrado estos días, los niveles de corrupción, tan enquistados en los cuerpos de seguridad. No se puede asegurar que se acaba la corrupción, cuando materialmente nos da una bofetada en la cara con regularidad.

RESQUICIOS.

Dicen los transportistas y productores del campo, que por más mesas que hayan convocado, no les han resuelto sus problemas. No hay manera de desconocer su gran problema que es la inseguridad en las carreteras, el asunto es de vida o muerte.