No se ve por dónde
Por Javier Solórzano Zinser
Las abiertas diferencias que existen entre el Gobierno y todo lo que no tenga que ver con la 4T nos llevan a escenarios de confrontación, incomunicación y el poco entendimiento.
El Gobierno está entrando en los muy riesgosos terrenos del estás conmigo o estás contra mí. En lugar de que entremos en espacios de intercomunicación estamos en rumbos de confrontación, porque para el Gobierno lo que importa es el “pueblo” sin reparar en que se debe gobernar para todas y todos.
Desde el sexenio anterior en la 4T se ha dado un menosprecio a las visiones distintas sobre el país y la gobernabilidad que tienen a quienes se les define desde el poder como “adversarios”, que en el fondo pareciera que han estado en el terreno de lo que más bien son “enemigos”.
El domingo el mensaje fue que “somos invencibles” el Gobierno y el “pueblo”.
Con ello, se pueden perder de vista problemas que plantean quienes no entran en lo que se define como “pueblo”.
No se ha presentado algún tipo de reflexión, Morena se cuece aparte, que más allá de la búsqueda del descrédito, pudiera ser una mirada desde la gobernabilidad sobre el sentido de las manifestaciones. Hasta ahora se han visto en la 4T como parte de conspiraciones de la derecha y más allá del país. El análisis que se hizo previo a la manifestación sobre los bots que estarían presuntamente detrás de la convocatoria de la marcha terminó por ser parte de la posterior descalificación de ésta.
En muchos casos fueron desmentidos por personas con nombre y apellido, quienes además estaban en su derecho de convocar a la manifestación. Todo se vio como una afrenta por ciudadanos manipulados que “ni jóvenes eran”, lo cual significaría que las clases medias, mayores de 40 años y organizaciones sociales no tendrían el derecho a manifestarse.
No es casual que se concentre la respuesta a lo del sábado en aspectos como “no vamos a caer en provocaciones” y en la oposición a la violencia, lo cual si bien es razonable no hubo un solo cuestionamiento sobre el porqué de ello. No es la primera vez que sucede, como se vio en marchas anteriores pasando por la del 2 de octubre.
La violencia ha venido acompañando muchas marchas en un país en donde si algo ha venido siendo una constante en la vida de millones de ciudadanos es precisamente la violencia.
No ver al Gobierno dentro de la problemática es ver las cosas de una manera unilateral, y lo más riesgoso de todo es aislarse en tiempos en que tarde que temprano se puede necesitar del concurso de todos los ciudadanos para enfrentar situaciones que ya se van dibujando, como está siendo el caso de la relación con EU y su presidente.
Las declaraciones de Trump de ayer muestran que por un lado no quita el ojo de todo lo que pasa en México, y por otra parte, se suma que el sábado se convirtió en un hecho mediático y de redes en muchos países del mundo.
No es el mejor camino que la Generación Z esté convocando a otra manifestación el jueves. Tiene que darse una pausa, porque independientemente del descrédito que les han aventado, se tienen que reorganizar.
Va a ser difícil que no se les quieran sumar diversas organizaciones, y también muy probablemente aparecerán aquellos que no marcharon, pero que convenientemente aparecieron casi que de la nada en el Zócalo para violentar y boicotear el final de la marcha.
El Gobierno debiera asumir que es inevitablemente parte de la problemática del sábado; por ahora no se ve por dónde.
RESQUICIOS.
Puede ser un secreto convenientemente guardado el dar a conocer quiénes han aparecido violentamente en las marchas. ¿No se sabe quién es la mano que mece la cuna?