Marcha del #15N en México, diagnóstico colectivo del fracaso gubernamental; reprimen violentamente a manifestantes en el Zócalo

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La marcha convocada por la “Generación Z”, particularmente en la Ciudad de México, expuso con contundencia el hartazgo frente a la violencia, la corrupción y la falta de oportunidades, dejando en evidencia la incapacidad del gobierno para responder a las demandas más urgentes de la sociedad.

Este 15 de noviembre de 2025, miles de jóvenes y personas de diferentes edades se concentraron en el Ángel de la Independencia y marcharon por Paseo de la Reforma hasta el Zócalo capitalino con gritos de «¡Fuera Morena!», «¡Fuera Claudia!» y «¡Queremos paz!». La protesta se replicó en distintos estados del país.

Al llegar al Zócalo –de donde se volvió a retirar la bandera de México, como si fuese propiedad del régimen-, una parte de la manifestación derribó las vallas de cuatro metros con que el gobierno protegió el Palacio Nacional, entre gritos de «¡asesinos, asesinos!», referidos al homicidio del exalcalde de Uruapan, Carlos Manzo, ultimado a balazos a pesar de tener protección militar. «¡Aquí estamos!», retaban.

Los reclamos centrales fueron: alto a la violencia e inseguridad, justicia y un rechazo frontal a la corrupción y la simulación gubernamental.

En el Zócalo se registraron enfrentamientos entre jóvenes encapuchados y elementos de seguridad, lo que refleja la incapacidad oficial para garantizar un espacio de protesta pacífica. Por primera vez, las enormes vallas que usa el gobierno contra las manifestaciones fueron derribadas. Ni siquiera la CNTE lo había conseguido un día antes.

Mientras las autoridades insisten en que se trata de manifestaciones aisladas y “manipuladas”, la magnitud nacional de la marcha demuestra que existe un hartazgo extendido más allá de lo generacional. «¡Y retiemble en sus centros la tierra al sonoro rugir del cañón!..», cantaba la mayoría de los asistentes al Zócalo, mientras se registraba un enfrentamiento afuera de la Suprema Corte de Justicia.

Sobre el Zócalo, los manifestantes ocuparon toda la plaza, pero no había ningún templete para ningún discurso, como si el mensaje fuera la presencia.

«¡Narcoestado, narcoestado!», gritaron, mientras un grupo lograba derribar una parte del cerco en la esquina de Pino Suárez. «¡Carlos no murió, el Gobierno lo mató!», coreaba la gente. El gas de extintores se confundía con las piedras hasta que la valla se vino abajo.

«¡Estamos cansados de estos huevones!» y «¿dónde están esos abrazos, hijos de su reputísima madre?», gritaban.

La marcha fue un diagnóstico colectivo del fracaso gubernamental en garantizar seguridad, justicia y futuro para la juventud. La represión y el intento de minimizar la movilización solo refuerzan la percepción de un gobierno que simula escuchar.