Quebradero

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¿Signos de preocupación?

 

Por Javier Solórzano Zinser

Suponemos que, por alguna razón, la Presidenta le ha venido concediendo una enorme relevancia a la marcha de mañana.

Se ha dedicado a descalificarla como si se estuviera gestando un movimiento en su contra, lo cual cabe, pero pierde de vista lo que muchos ciudadanos están viendo y sintiendo de lo que está pasando en el país.

Escudriñar al máximo quién está detrás de la marcha parece más un acto persecutorio que parte de un análisis desde el poder sobre la movilización de los grupos sociales como parte de actos de gobernabilidad e incluso de entendimiento con los manifestantes.

Independientemente del plantón de la CNTE, el cual ha merecido menos atención que en ocasiones anteriores, Claudia Sheinbaum le ha dedicado buena parte de las mañaneras a hablar de una manifestación que habrá que reconocer que se ve amorfa, pero que algo está indicando.

La reacción que ha suscitado en los medios del Gobierno, que no del Estado, llama la atención. Se está tratando de descalificarla por todos los medios posibles, lo que ya incluye la estrategia de llevar a cabo podcast hechos por Morena con jóvenes militantes para desacreditar la marcha.

De que el asunto lo tienen de manera significativa en el radar ya no hay duda. De otra manera no se entienden las muchas referencias presidenciales y, sobre todo, el colocar a la oposición como el eje de la manifestación. En los últimos días se ha señalado a panistas y periodistas como quienes están detrás de la manifestación.

Ricardo Monreal aseguró que detrás de todo ello está Ricardo Salinas Pliego, quien anda entre la espada y la pared por las cantadas decisiones que tomó ayer la SCJN en su contra.

Podría ser que la Presidenta tenga una lectura de lo que está pasando en que, más que ubicar a la oposición en un momento favorable, lo cual dudamos, tiene indicios de que lo que está pasando con su gobierno que está siendo en algunas áreas cuestionado.

No está en duda la popularidad de la Presidenta. Lo que sucede es que quizá en un momento como el que estamos pasando, no cabe por ser del todo suficiente la forma en que está enfrentando los problemas que se han ido enquistando y ya son responsabilidad de este sexenio.

El asesinato de Carlos Manzo se ha convertido en un tema que está cruzando el país. El Gobierno no ha tenido respuestas satisfactorias y hemos entrado en un toma y daca declarativo, el cual ya pasa por el titular de la Defensa Nacional.

Hace dos días aseguró que el asesinado presidente municipal de Uruapan había optado por gente cercana a él para que lo cuidara. Omar García Harfuch declaró hace algunos días que “la Guardia Nacional le correspondió asegurar la seguridad periférica, acompañarlo en recorridos, en patrullajes”.

Lo que pasó en el centro de Uruapan evidencia que no funcionó ni la seguridad periférica y menos la seguridad inmediata de Carlos Manzo.

Bajo estas consideraciones, no tiene mucho sentido plantear que el asesinado presidente municipal hubiera desechado la vigilancia. Más bien, como planteamos ayer, se conjuntó la desconfianza de Carlos Manzo junto con la distancia que tomó con el gobernador y, de paso, con el Gobierno federal.

Lo que ya no se puede soslayar es que van apareciendo voces críticas que no necesariamente pasan por intentos de desacreditar al Gobierno sin fundamento. Son voces que hacen análisis acuciosos y que muestran los flancos débiles del Gobierno junto con sus distantes respuestas.

Es fundamental que el Gobierno escuche a los otros. Diversos podcasts han planteado la necesidad de entender que, si bien no hay duda de que haya quien quiera aprovecharse de la marcha, en el fondo subyace una crítica y una preocupación por lo que está pasando en el país y por la forma en que está haciendo algunas cosas el Gobierno.

RESQUICIOS.

Pues como dicen una cosa dicen otra cosa. Marco Rubio declaró que EU descarta el envío de fuerzas de combate a México para enfrentar al narcotráfico. Ya veremos qué pasa la siguiente semana.