Quebradero

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Minimizar. Conjugando el verbo

 

Por Javier Solórzano Zinser

Con ciertas denuncias que hacen públicas los ciudadanos que son críticos o adversos al gobierno, la respuesta pasa por pedirles, con tonos entre sarcásticos y críticos, que las presenten ante las instancias legales; se ha vuelto una cantaleta y una constante el “presenta la denuncia”.

La respuesta tiene la lógica de hacer valer las leyes para que proceda una acción, en su caso, ante lo denunciado. Sin embargo, bien se sabe que quienes denuncian entran materialmente en un laberinto.

Hasta ahora, el nuevo Poder Judicial no ha dado pruebas de que sea diferente y efectivo en tiempo y forma. En estos cerca de dos meses con el nuevo Poder Judicial, no tenemos elementos como para creer que una denuncia de esta naturaleza pudiera ser atendida.

Sin dejar de reconocer que es poco el tiempo que lleva, por lo menos por ahora no se han podido superar algunos vicios, pero, sobre todo, se aprecia el peso del gobierno, el cual es una especie de factótum en las decisiones. Habrá que ver si al paso del tiempo esto cambia o muchos de los nuevos juzgadores electos no dejan de estar bajo el síndrome de “deber el cargo”; los acordeones que fueron claves para elegir a algunos de los integrantes no dejan de estar entre nosotros como el elemento de la elección.

En algunos casos hay avances, pero por ahora, no se alcanza a apreciar que una denuncia ciudadana expresada particularmente en la mañanera pueda trascender. El “presenta la denuncia” acaba por atomizar los planteamientos, y además los acaba colocando bajo un halo de control y de mensaje por parte de la Presidenta, de los funcionarios y de los legisladores del oficialismo en función del mensaje mismo que se manda al solicitar la multicitada expresión de “presenta la denuncia”.

Un elemento que podría cambiar las cosas sería que la propia autoridad asumiera la relevancia de que algunos asuntos se persigan casi de oficio por ser de interés público y por lo que implican. El presentar una denuncia a lo que lleva en la mayoría de los casos es a desalentarla, porque quien plantea un problema propio de la autoridad sabe que difícilmente será tratado con acuciosidad por los impartidores de justicia.

La estrategia pareciera que busca meter las denuncias en los terrenos del olvido, o llevarlas a los largos procesos burocráticos. Hay muchos casos en que, a pesar de que los planteamientos sean adversos para el gobierno, lo que está de por medio es la posibilidad de abrir espacios para atender asuntos que los ciudadanos tienen ante sí buscando que, a través de los planteamientos, se resuelvan los problemas que no, necesariamente, tienen que ver con ataques al gobierno.

Prevalece en la gran mayoría de las denuncias la idea de lo colectivo, o sea que se presentan asuntos públicos en función de la colectividad; por lo que se ha visto en pocos casos las cosas son llevadas a los terrenos de lo personal.

“Presenta la denuncia” se convierte en el camino para evadir el problema, para cuestionarlo, o para minimizarlo —verbo favorito de la 4T—. La cuestión para la gobernabilidad es si a muchos de los temas que se hacen públicos se les puede fácilmente pasar la página.

Hay denuncias periodísticas y ciudadanas que bien podrían ser motivos de atención del oficialismo de manera diferente a como lo hacen, pero les gana la soberbia del poder como en Veracruz en donde no se debiera colocar a la crítica como sinónimo de algo ruin.

Quizá el camino de “presenta la denuncia” sea desalentar a quien denuncia, pero, como fuera, sin dejar de reconocer la importancia de los aspectos legales, muchos de los asuntos pasan más por la política y la voluntad que por el “presenta la denuncia”.

RESQUICIOS.

Bajo el síndrome de al que “le quede el saco que se lo ponga”, la Presidenta mandó dos mensajes: la herencia de López Obrador no es de sus hijos o mía, es del pueblo. La gobernadora del Edomex gobierna con sencillez y no con soberbia como otros gobernadores y gobernadoras.