La línea del mal tiempo

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Por Adalberto Tejeda-Martínez

La directiva de la Universidad Veracruzana en funciones ha tratado de justificar su proceder ante la tragedia causada por el desbordamiento del río Cazones. Para ello ha recurrido a boletines, uno en particular acompañado de una línea del tiempo que ha difundido por diversos medios electrónicos. Lo malo es que en realidad esa línea es una confesión de culpa.

En efecto, a las declaraciones de suspensión de actividades escolares decretadas por la Secretaría de Protección Civil del Gobierno estatal, las propias emitidas por la UV ocurrieron más de una hora después, todas en la noche para el día siguiente, desde el 7 para el 8 de octubre, y así sucesivamente. Es más, el tal comunicado con su respectiva línea del tiempo, trata de mostrar que la UV se adelantó a Protección Civil en 73 minutos la noche del 9 para la alerta al municipio de Poza Rica, y eso ha permitido que algunos funcionarios universitarios intenten presumir que la UV fue más certera que la dependencia estatal. Falso.

Es falso por dos cuestiones: la primera, que a pesar de las carencias en instrumentación hidrométrica a que me referí en una nota anterior, las fuentes oficiales en materia meteorológica e hidrológica, como el Servicio Meteorológico Nacional y el Organismo Golfo-Centro de la Comisión Nacional del Agua –como bien me lo aclaró una funcionaria federal– desde días previos al evento difundieron boletines, avisos y recomendaciones en los que advirtieron expresamente sobre el riesgo de crecidas de ríos y arroyos de respuesta rápida, haciendo énfasis en la zona norte de Veracruz. Esos avisos fueron oportunos y públicos, incluido el del primer desbordamiento en Poza Rica la mañana del jueves 9 de octubre, precursor del incremento súbito del nivel del río por la noche (2.20 m entre las 9 y las 11 pm) y el gran desbordamiento de la madrugada del día 10.

La segunda razón está ligada a la primera. Si había pronósticos oficiales de lluvias torrenciales para la zona desde inicios de la semana, si se sabía que los ríos del norte del estado estaban crecidos, si se suspendieron las actividades universitarias para las cinco regiones durante el miércoles 8, ¿por qué no se suspendieron desde entonces para la región Poza Rica-Tuxpan durante el resto de la semana?, ¿por qué a pesar de que las propias “autoridades” universitarias habían decretado suspensión de labores los días 8 y 9 –decretadas con premura en la medianoche anterior– aun así se realizó a puerta cerrada el informe de la Vicerrectora el día 8 y se tuvo una sesión de  los llamados diálogos para la transformación el día 9? Ambos hechos debían consignarse en la tal línea del tiempo, pero no se hace por una sencilla razón: en cuanto a prioridades la protección a la comunidad estuvo por debajo de la necesidad de lucimiento de la alta burocracia universitaria.

Esa actitud, percibida por la comunidad en los cuatro años recientes, exacerbada por el irregular proceder de la Junta de Gobierno en la designación rectoral; el acoso y las amenazas a empleados, académicos, incluso a directores de facultades e institutos, pero sobre todo a estudiantes inconformes con la prórroga, más el fallecimiento de una estudiante que no fue alertada a tiempo de estas inundaciones, explican las marchas estudiantiles del viernes pasado en Coatzacoalcos, Veracruz, Orizaba y Xalapa, y no las conjuras que se inventa la cándida dirigencia universitaria.

La marcha en Xalapa congregó alrededor de cuatro mil estudiantes, y la suma de las cuatro regiones ronda los ocho mil, que así respondieron a la línea del mal tiempo que está viviendo la Universidad Veracruzana.