La 4T y el enjambre de la corrupción
Por: Javier Solórzano Zinser
En el Gobierno y Morena no dejan de abordar sus problemas bajo la narrativa que, si bien es efectista, está lejos de tener que ver con lo que pasa y les pasa.
Ante la crítica y observaciones responden, como lo hizo el viernes la presidenta del partido, atacando entes anónimos acusándolos de crear campañas jugando además el papel de víctimas.
Políticamente están fortalecidos. Con una oposición diluida, los millones de seguidores de Morena siguen recibiendo los beneficios del Gobierno, a lo que hay que sumar que las voces críticas no trascienden y se ha ido creando un aparato propagandístico y periodístico que crea una narrativa, la cual conviertien en la muy inquietante “verdad”.
Se han agolpado problemas propios de la gobernabilidad y producto de la forma en que se actúa políticamente ante la ciudadanía. Siguen confiando en que “el pueblo” está con ellas y ellos, pero deben saber, o al menos intuir, que en la cotidianidad de millones de personas las cosas van adquiriendo diversas dimensiones.
En la CDMX no hay a quien culpar porque ha sido la “izquierda”, en diferentes facetas, la que ha gobernado desde 1997. No vemos que las y los capitalinos estén construyendo una campaña contra de la Jefa de Gobierno como algunos voceros y simpatizantes quieren hacer ver. Ciertamente, hay una lucha política, pero no alcanza para campañas como quieren hacer ver.
Lo que está pasando es que la capital está enfrentando problemas que recaen directamente en la gobernabilidad. La forma en que se abordó y explicó lo sucedido el 2 de octubre forma parte de la narrativa que busca encontrar la responsabilidad en otros de los actos propios.
La mirada sobre otro asunto que también se ha convertido en dolor de cabeza para los capitalinos son los baches que hay por toda la ciudad, en algunos casos en el absurdo es explicado como un problema ancestral. Reconociendo que las lluvias han llegado de manera severa a la capital, de manera paralela poco o nada se hizo en estos años en beneficio y defensa de la ciudad.
La capital carga también con una percepción no gratuita de inseguridad que ha ido creciendo de manera significativa. No se trata de que los medios digan una cosa u otra como si fueran los responsables de la percepción ciudadana. La razón es clara, los problemas se viven en las casas, en las calles, en el transporte público, entre otros muchos espacios por lo que buscar terceros sólo cabe si son los delincuentes, pero no anden hurgando en medios y redes para encontrar a los responsables.
El deterioro en algunos espacios del país va teniendo que ver con el proyecto de gobierno. La herencia de López Obrador podrá ser reconocida en cuanto el proyecto que le dio un giro al país, más en función del pasado reciente que por lo que se va viendo en el presente, sin pasar por alto la importante reducción de la pobreza.
La insistencia en encontrar responsabilidades fuera del gobierno y el partido está enquistando los problemas. Bajo esta dinámica se parte de que las diferentes problemáticas que se enfrentan en el ejercicio de gobierno, son asuntos externos que no internos.
La corrupción está empezando a definir a la 4T. Lo que en otros sexenios eran un escándalo en éstos se ve como un ataque de la derecha o como “normal” para de inmediato pasar la página.
A diario van apareciendo hechos de corrupción. Lo último en la lista es el caso del hermano del expresidente que resulta que tiene ranchos por doquier y el que los diputados de Morena se embolsan 100 mdp de atención ciudadana; ni modo que sea culpa de los neoliberales.
RESQUICIOS.
En María Corina Machado la academia sueca encontró una salida para otorgar el Premio Nobel de la Paz 2025. No fue Trump, pero por su fuerza y convocatoria para cohesionar a la oposición venezolana se le concede el galardón. Escatimar la designación es ver hacia Maduro, más que identificar los problemas de Venezuela; es lo que hizo la Presidenta.