Quebradero

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«¿Han estado donde hay?»

Por Javier Solórzano Zinser

En diferentes ocasiones le hemos recordado la conversación que se atribuye a don Jesús Reyes Heroles y a un cercano del veracruzano.

El amigo le planteó a quien era en los 70 presidente del PRI la posibilidad de que un personaje conocido pudiera ser candidato a diputado. Para hacerlo lo llenó de elogios ponderando el hecho de que era incorruptible. Don Jesús la atajó y lo cuestionó si en algún momento había estado donde hay.

La anécdota viene a cuento por lo que ha venido pasando con altos mandos de la Marina. López Obrador pensó que eran incorruptibles por principio para distinguirlos de la burocracia o de los civiles en labores de gobierno y administración, ni por asomo consideró la posibilidad de que se pudieran presentar hechos de corrupción.

Los ciudadanos tenemos a la inseguridad y a la corrupción como dos grandes problemas en nuestro radar. La Presidenta tiene un alto nivel de popularidad, pero cuando se trata de la evaluación de su gobierno, al igual que pasó con el de López Obrador, los resultados se vuelven parciales. Los ciudadanos colocamos a la corrupción, la inseguridad y a la salud como nuestros grandes problemas, sin dejar de reconocer el valor y popularidad de la Presidenta.

El Gobierno está luchando contra circunstancias que no contempló. Se creyó que por llegar la 4T muchos males desaparecerían en automático, pero lo que ha pasado es que muchas cosas se han agudizado y lo peor es que muchos otros problemas han aparecido inesperadamente.

Colocar a las Fuerzas Armadas en labores distintas de sus funciones originales si bien ha tenido algunos aspectos positivos, de alguna manera se ha pasado por alto la posibilidad que la gobernabilidad se convierta en un asunto de civiles. Todavía no tenemos elementos suficientes como para tener la certeza de que la gobernabilidad y administración va mejor con las fuerzas armadas que con los civiles.

La corrupción empieza a definir una parte del proyecto de la 4T. Es cierto que la Presidenta está actuando de manera rápida para tratar de frenar cualquier vestigio de ella, sobre todo en el caso del huachicol. Sin embargo, también es cierto que no tenemos claridad respecto a lo que se hizo en el pasado inmediato.

De nuevo, el gran asunto pasa por si el Gobierno y la Marina están dispuestos a efectivamente llegar a las últimas consecuencias en este caso, con todo lo que esto puede provocar al interior del Gobierno y a su imagen.

La actual administración está caminando sobre una delgada línea en el tema de la corrupción. Va a tener que tomar decisiones importantes porque no hacerlo va en deterioro de su imagen y sobre todo los va a colocar como lo que han hecho y deshecho gobiernos anteriores. Se ponderó una y otra vez la investigación en Segalmex, pero en el terreno concreto quien era director acabó protegido porque según López Obrador una bola de priistas lo engañaron.

Trump ha encontrado en la corrupción en México una de sus principales críticas a la gobernabilidad en el país. Paradójicamente, el presidente de EU ha obligado a que se tomen decisiones que quizás bajo otras condiciones no se hubieran tomado.

El Gobierno ha optado por un camino controvertido. En lo general se le ha dicho que sí a Trump en todos los terrenos, el problema es lo que esto puede provocar en el mediano plazo sin dejar de considerar que bajo las actuales condiciones en las que está la relación bilateral, México ha ido perdiendo capacidad de maniobra.

La corrupción no deja de estar entre nosotros. El caso de La Barredora se vuelve importante porque todo parte del Gobierno mismo.

Hemos pasado de la “Estafa Maestra” a La “Barredora”, a los sobres amarillos, a los acordeones y a Segalmex sin que pareciera que pasará el tiempo.

RESQUICIOS. 

A menudo se coloca a El Mayo Zambada como si hubiera sido detenido y llevado a EU por parte del Gobierno. No se olvide que Zambada fue secuestrado y llevado contra su voluntad a EU; en esto no hay medalla.