Lecciones de Nepal

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Por Fernando Vázquez Rigada

Nepal, desde el otro lado del mundo, manda alertas y lecciones.

Alertas: el hartazgo hacia la corrupción, el abuso y el nepotismo, derriba gobiernos. Altera la estabilidad. Trastoca los equilibrios políticos.

Cuando una elite cree que el saqueo es norma, que el agandalle entre familiares y amigos no tiene efectos, que la ostentación grosera de la riqueza carece de consecuencias, la realidad, como un terremoto, los desmiente.

Las alertas de Nepal hablan de que la cotidianidad de la transa, cansa.

No hay popularidad eterna ni legitimidad de roca.

Por tres décadas, dos partidos de corte comunista han gobernado un país empobrecido y rezagado. Su dominio derivó en una cleptocracia: el gobierno de los ladrones. Saquearon al país, ostentaron su riqueza, formaron una dinastía népota, que se repartía poder y riqueza entre familiares y amigos.

Ahí las alertas.

Lecciones: ésta es la primera rebelión de la generación Z. Jóvenes de entre unos 15 a 29 años. Son personas a los que cuesta estudiar y que son autodidactas. Que carecen de empleo o buscan emprender. Que se perciben incapaces de generar un patrimonio. Que son intolerantes a la injusticia por una conciencia social afilada.

Son nativos digitales: ya nacieron con internet y se montaron en la ola de innovación y tecnología que vino con él.

Quizá por ello, es una generación ansiosa y demandante. Buscan lo inmediato. Recompensas. Resultados.

Ante un sistema podrido e inmóvil, que ostentaba su riqueza ofensiva para la carencia social, estas características fueron un combustible de una explosión social.

El descontento por la riqueza de la cúpula, su indiferencia e indecencia, se mezcló con una prohibición a la utilización libre de plataformas digitales.

A esa generación, que viralizaba la riqueza malhabida de la cúpula, se le quiso prohibir Facebook, X, Youtube.

Fue el coctel perfecto.

Las manifestaciones iniciales no fueron conducidas, sino reprimidas. La sangre de los muertos regó las semillas de la volatilidad social.

Y todo se acabó.

Se incendiaron residencias. El parlamento, la casa presidencial. Se acosó a líderes. Se tomaron arterias viales.

Cayó el primer ministro y otros funcionarios.

La escalada no para.

Habría que tomar en serio las alertas y las lecciones de Nepal.

Habrá quien piense que es un país remoto y distinto.

A lo mejor no tanto.

 

@fvazquezrig