Quebradero

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La narrativa a veces no alcanza

Por Javier Solórzano Zinser

Por ahora no hay una explicación convincente de todo lo que rodea al decomiso de millones de barriles de petróleo y la detención de 14 personas involucradas en los hechos.

El Gobierno anda buscando minimizar las consecuencias asumiendo que está abierto a cualquier investigación y que son unos cuantos elementos de Marina los involucrados.

Si bien hay algo de cierto, estamos ante un cuestionamiento del papel de las Fuerzas Armadas en el rol que López Obrador les asignó en la administración, entre otros puertos y aduanas. El gran problema está en función de que importantes y estratégicas dependencias, como la Marina, pueden de alguna manera ser exhibidas.

En un asunto tan delicado de nuevo la narrativa del expresidente y de muchos y muchas morenistas está terminando por ser cuestionada. Lo más grave es que colocaron a las Fuerzas Armadas como la única cara que podía defenderse ante la corrupción y lo que está pasando no es una noticia nada grata.

No solamente queda exhibido un sector de las Fuerzas Armadas junto con la confianza que López Obrador y Claudia Sheinbaum les otorgaron y otorgan, con el gran problema es que se acaban las salidas entre los actores de nuestra sociedad para enfrentar el problema que, junto con la inseguridad, es brutal en la vida del país, la corrupción.

Entendiendo que se va a echar andar una narrativa para explicar de innumerables maneras lo que pasa, lo cierto es que los ciudadanos con razón se están preguntando sobre la complicidad en todos los niveles que existe con la delincuencia organizada y sectores de la clase política.

Si a esto sumamos lo sucedido la semana pasada entre el expresidente del Senado y el impresentable presidente del PRI, la imagen de los políticos hoy no puede estar más deteriorada.

No tiene mucho sentido seguir responsabilizando al neoliberalismo de muchas de las cosas que hoy están pasando. Sin duda existen, pero en el día con día se van acabando los motivos por los cuales el gobierno se monta para todo en el pasado, lleva siete años como encargado de las ventanillas.

No tiene mucho sentido tampoco hacerlo, porque al lanzar responsabilidades sobre personajes que hace algunos años gobernaron, evaden las responsabilidades propias.

Es difícil sostener la narrativa a estas alturas sobre el pasado, porque en el inevitable desgaste del ejercicio del poder, más marcados hechos de corrupción de la actual clase gobernante, se ha venido creando un escenario en que ver y responsabilizar al pasado es esconder su presente.

López Obrador aseguró que se había acabado con el huachicol. Sus defensores aseguran que sí lo hizo, pero que apareció el huachicol fiscal, dicho de otra manera se deshizo de uno, pero apareció otro, lo cual no se ajusta en los hechos.

Se entiende que los procesos de investigación en asuntos como éste lleven su tiempo, pero tiene que haber una explicación más clara respecto a por qué si se denunciaron “irregularidades” hace dos años hasta ahora pasó algo.

Es inevitable llevar las cosas a los intentos que tendría el gobierno de proteger a personajes que se han mencionado en las investigaciones. Este gobierno y el anterior, siendo en algunas cosas diferentes, les da por minimizar todo aquello que les afecte o afecte a sus seguidores.

Un asunto final obligado es el dinero. ¿Adónde fueron a dar las grandes cantidades de dinero que se sacaban del huichicol fiscal? Lo de Altamira es parte de lo que conocemos, existen elementos para considerarlo parte de una red mayor; una hipótesis es que se pudo haber usado en campañas políticas.

Es con todo una muy buena oportunidad para la Presidenta porque hay evidencias de que el enemigo está en casa.

RESQUICIOS.

En medio de la tolvanera del huachicol fallecieron dos marinos. Uno está mencionado en las investigaciones, se asegura que se suicidó, la FGR dice que “es una situación totalmente personal”. Ayer otro marino que fue encargado de aduana en Manzanillo murió “en una práctica de tiro”.