¿Otra UV es posible? (III)

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Por Raúl Arias Lovillo

Como ocurre en todo proceso social, sucede lo mismo en las instituciones, siempre hay ciclos en su desarrollo: avance, estancamiento e incluso retroceso.

Hemos documentado en las dos entregas anteriores que actualmente, y para ser precisos desde hace cuatro años que coinciden con la gestión universitaria del rector Martín Aguilar Sánchez, la Universidad Veracruzana vive un claro retroceso.

Hemos hablado de que actualmente no existe un plan académico que enfrente los enormes retos de la revolución científica y tecnológica más importante de la humanidad. Si la actual administración universitaria hubiese avanzado en las reformas de innovación académica que se impulsaron desde la administración del rector Victor Arredondo, otra sería la situación de la Universidad Veracruzana. Pasamos de ser un referente nacional en innovación académica a una situación de grave retroceso académico que vivimos hoy. Nunca existió la visión sobre lo que tenía que realizarse en la institución, se llegó a tal disparate de pensar que una inversión en aulas híbridas, iban a constituir el nuevo proyecto académico de la UV; ese proyecto nunca funcionó, ni siquiera como un medio tecnológico para apoyar las tareas académicas. Está bastante documentado este desastre.

Por otra parte, otro sonado fracaso de la gestión de Martín Aguilar es la vinculación de la UV con la sociedad. Una universidad en el siglo XXI no solo debe de impulsar investigación y docencia de frontera, sino también de manera fundamental debe contribuir al desarrollo de diversos sectores sociales a través, precisamente, de los productos científicos y tecnológicos que genera y de la formación de recursos humanos de calidad que egresa.

Con enormes esfuerzos realizados en gestiones universitarias anteriores a la actual, la UV logró destacar a nivel nacional e internacional con proyectos de vinculación social. Hoy todo está abandonado para infortunio de la comunidad universitaria y de la propia sociedad.

¿Otra UV es posible? La respuesta es que sí, definitivamente si es posible volver a tener una UV con un proyecto académico innovador y con proyectos exitosos de vinculación con la sociedad. Sin embargo, esto solo se puede lograr restableciendo la legalidad y la ética entre todos los miembros de nuestra comunidad universitaria, pero principalmente de las autoridades universitarias quienes han pasado por encima de nuestra legislación para mantenerse en el poder.

¿Cómo es posible que un rector mantenga en su programa de trabajo (2021-2025) como uno de sus ejes principales los derechos humanos y en la práctica haga exactamente lo contrario?
La comunidad universitaria no recuerda una etapa más autoritaria e insensible que la actual de Martín Aguilar. Antes de su ilegal solicitud de prórroga y el otorgamiento, no menos ilegal, de dicha prórroga por la Junta de Gobierno, la administración universitaria se ha caracterizado por no escuchar y mucho menos dialogar ante las diversas demandas de los estudiantes. No menos mala ha sido la actitud del rector de ignorar las quejas por acoso laboral de funcionarios universitarios o de acoso sexual de los profesores, ha preferido voltear para otro lado que encauzar las quejas a las instancias legales correspondientes.

Hoy la “Defensoría de los Derechos Universitarios” es una entidad vacía, sin ningún peso en la institución. Ha dejado de ser el espacio al que cualquier universitario podía acudir para quejarse de una autoridad, de un profesor acosador, para mediar en un conflicto entre universitarios, etc. Todo se resuelve de manera autoritaria no universitaria.

Este autoritarismo ha llegado, en esta etapa de crisis institucional, a niveles verdaderamente escandalosos nunca vistos. Se amenaza a académicos, estudiantes, trabajadores administrativos y autoridades. No pueden cuestionar la famosa prórroga porque el rector y la junta de gobierno han decretado que es legal. Sin importar que los más importantes juristas de la UV y del país opinen que el otorgamiento de la prórroga fue completamente ilegal. Hay un clima de terror y los miembros de la UV no pueden expresar libremente sus ideas, se ha roto el espíritu mismo de universidad.

La Universidad Veracruzana debe volver por antiguos caminos de desarrollo institucional, de diálogo entre universitarios y abandonar el autoritarismo para siempre. El Consejo Universitario debe tener una conformación menos vertical para ampliar la participación universitaria, debe volver a ser el espacio de diálogo académico y universitario, se deben emprender reformas para la elección de los miembros de la Junta de Gobierno, reformas a la Defensoría de los Derechos Universitarios y a la Unidad de Transparencia y Acceso a la Información, volverlas autónomas frente a las autoridades universitarias. Todo esto es posible con la participación activa de la comunidad universitaria.