Un rostro de rabia: Premio a la Juventud CDMX 2025

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Por Arely Alarcón Valladares

El discurso expresado por la joven Ana Karen Sotero Salazar ha sido sin duda alguna una muestra de la abertura de ojos juveniles ante la situación que vive cada estado en este país.

Desgraciadamente en su discurso hubo menciones honoríficas que incomodaron a varios «diputados», por ejemplo, el hecho de que el crimen organizado se ha estado apoderando cada día más y más de las calles y de las vidas mexicanas. La corrupción es algo que al parecer no se puede parar ni por más «amor al pueblo» que se tenga. La evasión de temas fuertes en las conferencias tienen poco valor frente a la venta de un chocolate, y el resto de menciones sigue incomodando al saber que es verdad, pero aun así lo ignoran.

Tiene extrema razón al pedir que la justicia no se quede dentro de unas instalaciones, pues también es enormemente necesario que la justicia salga de las paredes para que la sociedad pueda vivir tranquila. Los casos de violencia no disminuyen, ellos creen que por estar mejor que otro país significa que estamos bien, dando a entender que otros están peor y no hay que quejarse.

Su discurso es tristemente comprensible. El rostro de Ana Karen es un rostro enojado, un ceño fruncido y una voz que pareciese arrancarse del pecho con rabia e impotencia. Un premio no quiere decir que la historia está cambiando, al menos en el contexto mexicano, sino que ya nos vieron pero nos van a seguir ignorando porque según somos muy jóvenes para entender el verdadero mundo.

México es un país que se maneja mayormente por palancas, cientos de cabeceras que se encuentran en cada uno de los tres poderes que conforman el Estado no han tenido la preparación adecuada, hablando desde el tema profesional hasta el tema humano. La carencia de valores está en su máximo apogeo cuando volteas a ver los máximos poderes, y eso es una gran falta de respeto.

Ana Karen mencionó algo sumamente importante antes de finalizar su discurso, dirigiéndose a todas esas personas que están presentes pero al mismo tiempo están ausentes al escuchar su discurso. Hoy en día nadie pone atención, están perdidos en su mundo hipnotizante que poseen sus manos. Las palabras se desaparecen como un chispazo que ya no puede prender. Es como si ya estuvieran acostumbrados a recibir reclamos y no hacer nada.

«Les pedimos que ustedes, como tomadores de decisiones, no nos callen, no nos cesen y nos permitan criticar al sistema. Esto no es contra ningún partido político, es contra todos ellos; contra todas las personas que no permiten un verdadero cambio.»

Criticar al sistema siempre será una opción válida para todos aquellos que buscan abrir los ojos. Sin importar la edad, es indispensable que como ciudadanos nos formemos para conocer lo que está bien y lo que debe mejorar. Y siendo jóvenes el futuro está en nuestras manos. Si estamos hartos, cambiemos. Si nos quieren silenciar, gritemos. Pero si nos da igual, ni hablar.