Corrupción. Poco qué contar
Por Javier Solórzano Zinser
Por más que se ha impulsado una narrativa para hacer ver que se ha erradicado la corrupción, lo cierto es que se ha topado con pared.
No se soslayan los avances, pero en la pasada administración y en ésta han surgido asuntos en donde desde el poder político aparecen signos oprobiosos de corrupción. No es que estemos en medio de un destino fatal, lo que sucede es que hay avances que no han terminado por ser significativos para los cambios de paradigma.
Recientes encuestas muestran que el punto en donde la ciudadanía encuentra escaso o nulo avance respecto a la gobernabilidad en tiempos de Morena pasa por la lucha contra la corrupción. Es el punto en donde es más crítica la sociedad sobre el proyecto de la pasada administración y éste.
Cuentan que a don Jesús Reyes-Heroles en una ocasión se le acercó un buen amigo para recomendarle a un candidato ponderando que éste era, sin duda, un hombre honesto e incorruptible. Don Jesús escuchó pacientemente a su amigo para terminar preguntándole si en alguna ocasión había estado en donde hay.
Pareciera que algunos en Morena tienen el síndrome del amigo de don Jesús Reyes-Heroles. Se la han pasado a lo largo de su vida luchando contra la corrupción, pero en el momento en que llegaron al poder todo se les olvidó y de ser hombres y mujeres que luchaban contra ella se convirtieron en parte de su decorado.
Las prisas que le dieron a Morena para constituirse y por sumar personajes de toda índole los llevaron a ser poco escrupulosos con quien se les acercaba y a quien de manera singular el expresidente López Obrador les ofrecía el perdón. El tabasqueño era quien determinaba quién sí y quién no, lo que llevó a que en los afanes de sumar personajes acabaran por aceptar casi a cualquiera con tal de que se integraran al movimiento y sumaran las cuotas que tuvieran.
La sociedad califica de manera favorable a la Presidenta, pero no necesariamente a las y los legisladores sin importar el partido político. La razón pasa por la corrupción que se presume viven o convalidan. El Congreso es visto, particularmente, de manera crítica por los ciudadanos, por ello sin hacer distingos de unos y otros.
Para la 4T ha sido complicado tener un control sobre lo que pasa en muchos de sus gobiernos. Entre la delincuencia organizada y los actos de corrupción en muchos estados, se ha ido creando la idea de que los gobiernos no son diferentes a los de antes. Lo que cambia la dinámica tiene que ver con la efectividad de los programas sociales, porque para muchas familias son los únicos ingresos teniendo claro quién los proporciona, independientemente que de manera cotidiana se los hacen ver.
No se pueden pasar por alto todas las irregularidades en la gobernabilidad en un buen número de estados que están desde hace algún tiempo gobernados por Morena.
Lo que atenúa son los programas sociales. Ante tanta adversidad muchos ciudadanos, con razón, fijan su atención en aquello que les permita paliar la terca realidad en la que viven. La efectividad de los programas, independientemente del uso político que se haga de ellos, es evidente.
A pesar de que el trabajo de muchas familias es lo que está permitiendo mejores condiciones de vida, es claro que los programas sociales son un importante instrumento para la cotidianidad familiar.
Son muchas las variables que se cruzan, pero no por ello el tema de la corrupción está en el centro del radar ciudadano.
La narrativa apunta a que las cosas son diferentes, pero la terca realidad está enfrentando en la mirada de la sociedad a la corrupción como un factor que nomás no se logra superar.
RESQUICIOS.
A pesar de las lecturas que tiene y merece el hecho de que en 2024 38.5 millones de personas se encontraban en pobreza multidimensional, cifra que significa 8.3 millones de mexicanos menos que en 2022, y que las personas en situación de pobreza disminuyeron en 2.1 millones, no se puede pasar por alto que son datos alentadores.