“Candidatos que luchan”: representaciones político electorales en la lucha libre del estado de Veracruz

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Por Jorge Negroe

Este fin de semana el tema político nacional fue el cambio de poderes de Veracruz, donde Rocío Nahle, acompañada por la presidenta Claudia Sheinbaum, asumió la gubernatura del estado de manos de Cuitláhuac García.

Atrás quedó la contienda electoral donde sin grandes problemas fuera derrotado el priista Pepe Yunes, y más sepultada todavía la lucha interna de Morena por candidatearse a la gubernatura veracruzana, en la que no importaron los nombres que sonaron, sino la decisión “de arriba”. En el camino se quedó gente como Zenyazen Escobar, Eric Patrocinio Cisneros o incluso Manuel Huerta con su lema de “Ánimo”.

Y es justamente esta última persona quien utilizó una estrategia popular que tanto gusta a los votantes veracruzanos, el aprovechar la gran tradición luchística xalapeña para crear un personaje heroico que lo representara sobre el ring, hablo del luchador “Super Ánimo”, a quien se pudo ver en acción durante algunas funciones en tiempos pre-electorales, ganando los encuentros para poner en alto la marca “Ánimo” y hacer presencia de quien esta misma encarnaba… aunque al final no haya tenido trascendencia candidateable.

Sin duda, conectar con las personas utilizando al deporte del pancracio es una vía ingeniosa, aunque no barata, pues implica trajes, equipamiento, sueldo del atleta que vestirá la personificación, entrenamiento, organización de eventos, renta de rings, publicidad de las luchas y más, aunque cuando se habla de conseguir votos, algunos no escatiman en gastos.

No estoy juzgando esta acción, pues sé que en la política cualquier canal de comunicación es válidamente utilizable, al grado que los votantes de Veracruz ya han normalizado el mirar a los candidatos “luchar” y vencer a rivales que simbolizan problemas sociales (como Super Bache o Mr. Corrupto) además de a personajes con referencias a partidos políticos antagónicos.

Este fenómeno comenzó fuertemente durante las campañas electorales del año 2010, en las que el PRI junto al PVEM, construyeron representaciones políticas de sus candidatos, empezando por un atlético “Super Duarte” que en la realidad contrastaba físicamente con quien debía representar, Javier Duarte de Ochoa, entonces candidato a la gubernatura; pero también estaban los que aspiraban a diputaciones locales por Xalapa: “Capitán Américo” y “El Rayo Aceves”, quienes encarnaban a América Zúñiga y Carlos Aceves, respectivamente.

Además, algún luchador me contó que también existió una tal “Maravilla Elizabeth”, quien supuestamente configuraba a Elizabeth Morales, que en ese momento buscaba la alcaldía de la capital veracruzana. Sin embargo, la falta de fotos, el retiro de la luchadora que presuntamente la encarnaba y una negativa de la propia Elizabeth cuando le pregunté al respecto, hacen que no pueda hablarse oficialmente de esta “personaja”.

Como sea, el factor de los “candidatos que luchan” (así como el apadrinamiento de Fidel Herrera) ayudó, al menos en el imaginario popular veracruzano, a que estos priistas ganaran los puestos por los que competían en esas elecciones. Sembrando la idea de que la estrategia era efectiva.

Pero, ¿cómo se desarrolla un personaje? Según otro luchador que conocí, eso lo trabaja la gente del político, él me explicaba que “a nosotros nos dicen, ‘queremos que alguien se vista del candidato, pero va a pelear contra la corrupción e incluso contra algún apodo de sus contrincantes políticos. Ellos hacen los diseños de los trajes y nosotros les proponemos como podría funcionar mejor, porque luego no tienen mucha noción de cómo funcionan, después se les dice con quién pueden mandarlo a hacer y ya ellos se encargan. Por último, tú les proponías quien los podría personificar, les enseñabas fotos y videos de jóvenes en acción”.

Con el tiempo esta estrategia fue copiada por gente de otros partidos, que contrataron luchadores para sus propias representaciones político-electorales, tal como me lo dijo un colaborador: “Samurai era el del PAN, el luchador Exxxtremo era Pipo Vázquez y ocupábamos muchachos que se movían bien en el ring”.

Así, si el candidato quería “luchar” en varias colonias el mismo día, el movimiento era complicado, pues según me comentó el mismo luchador:

“En una ocasión me pidieron que hiciera giras, que el político quería presentarse en varios eventos en colonias populares, lo que necesitaba de una logística compleja porque requería rentar, armar y coordinar varios rines, además de transportar y alimentar a la gente, y aunque los presupuestos para esos eventos eran caros, los pagaban. Pero también te encontrabas con quienes querían luchas baratas o quienes preferían que fueras a un pre-cierre de campaña, por lo que lo realizaban en la Arena Xalapa pero con un programa fuerte con luchadores como Octagón. Y teníamos que ponerle a alguien que diera el ancho luchísticamente hablando. Pero no queríamos hacer luchas de las que nadie se acordara, aunque hubiera poco presupuesto nosotros le metíamos ganas.”

Finalmente, una vez pasando las votaciones, los personajes que representaban candidatos (y también los luchadores que les daban vida) eran olvidados por los políticos, algunos de los cuales incluso les habían prometido creces que nunca cumplieron, finalmente este artista del pancracio con el que platiqué me mencionó sobre su representado que “él me decía que cuando estuviera en palacio lo fuera a ver, pero ya cuando llegó lo fui a buscar y ni me dejaron entrar”.

Aunque a nosotros nos parezca normal, déjenme decirles que ningún otro estado de la República ha replicado hasta ahora el concepto de los “candidatos que luchan” y sus representaciones político-electorales, por lo que es una idea no sólo muy veracruzana, sino sobre todo, muy xalapeña.