Por Lyneth Santiago Frías
En un mundo donde las exigencias sociales y las comparaciones son constantes, el amor propio se erige como un pilar fundamental para el bienestar emocional. Este concepto, a menudo relegado a un mero cliché, cobra una dimensión vital en la vida diaria, ya que cultivar una relación positiva con uno mismo no solo mejora la autoestima, sino que también actúa como un escudo frente a la ansiedad y la depresión. La lucha por la aceptación personal se convierte, así, en una travesía que trasciende lo individual y se refleja en las interacciones sociales y la salud mental en general.
La importancia del amor propio se hace evidente en los relatos de quienes han logrado reconectar con su esencia, enfrentando y superando desafíos emocionales. Expertos en salud mental enfatizan que desarrollar esta conexión íntima y genuina con uno mismo puede transformar la manera en que enfrentamos la vida, propiciando un mejor manejo del estrés.
“Yo creía que amarme no valía la pena”
Tener una relación donde el amor que brindas no es valorado y a pesar de esto, seguir ahí, es un ciclo repetitivo que no se acaba hasta que tocas fondo o caes en cuenta de que ya no quieres continuar ahí. El amor propio, aunque la gente piensa que no, tiene que ver mucho con una buena salud mental.
En esta ocasión Alejandro, un joven de 20 años, nos cuenta su experiencia en el hallazgo de su persona, cómo luchó contra la falta de amor propio y cómo el no tenerlo, generó que tuviera depresión y ansiedad.
“Nunca me habían llamado la atención las relaciones amorosas, supongo que era porque no había encontrado a la persona correcta, pero a decir verdad a veces elegimos mal a quien va a acompañarnos ya sea toda la vida, o solo un lapso (…). Cuando tenía 17 años inicié una relación con un chico de la misma edad que yo, de la misma preparatoria y con quien formé un vínculo especial. Todo iba muy bien, pero me separé de mis padres a los 18 para irme a vivir con Juan, mi novio. Ahora que soy consciente de muchas cosas creo que fue la peor decisión de mi vida, no pensé bien las cosas y me dejé llevar por el amor que sentía, pero bien dicen que uno nunca termina de conocer a alguien (…), la violencia comenzó a los seis meses de comenzar a vivir juntos, en otras ocasiones me había agredido verbalmente, pero yo no quería verlo así, porque cuando estamos enojados no pensamos y decimos cosas de las que luego nos arrepentimos. Digamos que no vi las ‘banderas rojas’.”
La violencia entre parejas a menudo comienza de manera sutil, con comportamientos que pueden parecer insignificantes al principio, como los celos excesivos, discusiones, palabras hirientes o el control sobre las actividades diarias de la otra persona. Estos actos, aunque inicialmente se disfrazan de amor o preocupación, crean un patrón de desvalorización y manipulación. Con el tiempo, las dinámicas de poder se desplazan, y lo que comenzó como una simple discusión puede escalar a amenazas o agresiones físicas.
Los riesgos de la violencia en la pareja son alarmantes y afectan tanto a la salud física como emocional de los involucrados. Las víctimas pueden experimentar desde lesiones físicas graves hasta trastornos mentales como ansiedad y depresión. Además, el ciclo de la violencia puede perpetuarse, afectando no solo a los individuos directamente implicados, sino también a los hijos y al entorno social, creando un ciclo de abuso y normalización de la violencia dentro de la relación.
“Comencé a verme al espejo y yo te juro que veía unas ojeras tremendas debajo de mis ojos, me veía más delgado, no comía bien, de siete días de la semana, cinco eran los que lloraba. Esas agresiones verbales se convirtieron en empujones, hasta llegar a los golpes, tuve que dejar la universidad porque me daba vergüenza asistir con golpes, yo no quería hacer nada porque amaba a Juan, porque creía que él iba a cambiar, pero no fue así, a pesar de sus promesas, nunca lo hizo y ese tipo de acciones son solo para tenerte en la palma de su mano (…), me peleé con mis papás porque ellos me dijeron lo que yo no quería escuchar ‘hijo, tienes que dejar a ese muchacho, solo te está haciendo daño, mírate’, entre otras cosas que yo creo de haber escuchado y tomar en cuenta, nada de lo que te voy a contar habría pasado.
“Juan me hizo creer que amarme no valía la pena, él estaba enfermo, ya que una vez influyó en mí con palabras y chantajes para que me suicidara, para que me autolesionara y sí, lo llegué a hacer, ambas cosas, aunque preferiría evitar hablar de eso”, expresó.
Alejandro también comentó que su mamá fue un apoyo muy importante en todo este ciclo de violencia y que fue ella quien le hizo abrir los ojos, que las palabras que marcaron una diferencia en su vida fueron las siguientes “hijo, el amor no debería ser a base de golpes, ¿qué vas a esperar? Puede que en una de ésas yo ya no te vea con vida”.
“Cuando mi mamá me dijo esas palabras, caí en cuenta de muchas cosas, la primera y más importante fue que me preguntara; ¿cómo había permitido tantas humillaciones hacia mi persona?, con ayuda de mi papá, que es doctor, conseguí un buen psicólogo y psiquiatra que me ayudaron a lidiar con todo el dolor que tenía, me ayudaron a lidiar con mi depresión y ansiedad, no puedo decir que ya estoy completamente bien, porque a veces tengo mis recaídas, pero tener a mis padres a mi lado ha sido de gran ayuda. Ellos consideraron que la mejor opción era cambiar de aires así que de Oaxaca nos mudamos a Chiapas, y ahora vivo tranquilo, aprendiendo cada día a conservar mi amor propio y no sacrificarlo por nadie, alcé la voz y no me quedé callado”, narra.
Nuestro entrevistado expresó también que el amor propio es muy importante para mantener estable nuestra salud mental, ya que, de no tenerlo, ésta corre riesgos preocupantes que nos pueden llevar a padecer ansiedad y depresión.
Nuestro amor
El amor propio es esencial para mantener una buena salud mental y bienestar emocional. Para tener una buena relación con uno mismo, es importante establecer límites saludables y rodearse de personas que valoren y respeten nuestra esencia. La experiencia de Alejandro nos muestra cómo la falta de amor propio puede llevar a situaciones de violencia y abuso en relaciones, donde los comportamientos controladores y despectivos se normalizan.
Identificar signos de violencia, como celos excesivos o agresiones verbales, es crucial para poder ayudar a quienes lo sufren. Como ciudadanos debe ser importante el escuchar y ofrecer apoyo sin juzgar, ya que esto puede marcar una diferencia significativa. Fomentar el amor propio no solo ayuda a quienes están en relaciones tóxicas a salir de ellas, sino que también promueve el respeto y cuidado mutuo.
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