Hasta el último día
Por Javier Solórzano Zinser
La concentración del poder que ha desarrollado López Obrador junto con su abrumadora presencia abre una gran cantidad de incógnitas de lo que será el gobierno de la primera Presidenta mujer.
El Presidente ha gobernado hasta el último día de su mandato, es más, la noche de hoy va a dormir en un departamento que está en Palacio Nacional. Lo lógico sería que a partir de mañana mismo se hiciera a un lado y que cumpliera con que se retiraría y se iría a vivir a su rancho.
Sin embargo, todo está terminando por tener una alta dosis de indefinición. Al paso del tiempo presumimos que se tendrá que hacer a un lado de manera, sino definitiva, cerca de ello. No dudamos que habrá momentos en que estará en primera fila, sobre todo, en los tiempos que le son de enorme importancia y en los que se mueve a sus anchas: los procesos electorales.
Se vienen muchos enigmas. Habrá que ver cómo se comporta cuando no tenga ya todo el poder a su alrededor y que además surjan, como se prevé, muchas demandas y críticas directas en su contra.
De seguro el partido y la propia Presidenta saldrán en su defensa, el gran asunto es cuánto durará todo ese proceso en el cual el Presidente puede quedar expuesto, porque muchas de sus acciones no sólo merecen la crítica, sino que en muchos casos pasaron por alto el Estado de derecho.
López Obrador va a entrar en un terreno que le es desconocido. Por más que sea el referente, el tiempo pasa y es evidente que provocó agravios, los cuales tarde que temprano aparecerán con todas las consecuencias que tiene.
Uno de los asuntos que más van a pesar es la herencia que deja al país y a la Presidenta. Sin soslayar la importancia de muchas de sus políticas sociales y el haber puesto en el centro “primero los pobres”, en materia de economía, salud, educación y seguridad, el nuevo gobierno va a tener que llevar a cabo una reestructuración y análisis a fondo, a pesar de que Claudia Sheinbaum ha repetido que lo único que hay que hacer es construir el segundo piso de la autollamada 4T.
La Presidenta tiene que reconocer los muchos agravios que provocó el Presidente. Es importante para que tenga plena claridad de los terrenos que ya va pisando. Algunas reacciones sociales ya van pintando lo que se le puede venir al Presidente cuando ya no tenga el halo de reconocimiento y el poder de decisión. López Obrador estará más expuesto con todo y que es evidente que de seguro se va a crear una estructura o algo así para salir en su defensa ante cualquier situación sin importar del tamaño que sea.
Sin mañaneras y sin estar en el imaginario colectivo cotidiano se incrementarán las críticas y se verán con claridad las luces y sombras de su sexenio. Ya no se le verá como una especie de tótem porque, a pesar de la admiración fervorosa de sus millones de seguidores, su tiempo ha terminado.
Lo que venga ya es responsabilidad de la Presidenta, la cual no va a romper con el Presidente, tiene buenas razones para ello, pero es un hecho que no puede cargar las muchas sombras de su sexenio, porque a pesar de que estemos en medio de un proceso de sucesión inédito, de abierta empatía entre quien entra y quien se va, no le queda de otra que arreglar los muchos entuertos que ha provocado el Presidente.
Termina un sexenio que trajo al país muchas confrontaciones provocadas por la Presidencia. El futuro se tendrá que pensar de manera cohesionada y, sobre todo, tratar de encontrar nuevos ánimos en la sociedad, es claro que si algo se le puede señalar al Presidente es que no gobernó para todos y ésa es la gran tarea que a partir de mañana tiene la primera mujer Presidenta de la historia de México.
RESQUICIOS.
Hasta el último día, el Presidente minimizó los problemas de su administración. Responsabilizó de nuevo a EU por lo que sucede en Sinaloa. Dijo que todo iba bien hasta el caso de El Mayo. No tiene sentido hablar como si en el sexenio todo haya sido reír y cantar; lo peor es que lo están haciendo también algunas diputadas.