Por Sandra Luz Tello Velázquez
El periodismo como lo conocemos en la actualidad tiene raíces profundas en la historia, ha sido una práctica humana desde tiempos antiguos. Destinado a informar, mantiene a la sociedad conectada con la realidad, permite entender al mundo que nos rodea y se convierte en medio y voz para denunciar la injusticia.
La formalización de esta profesión, su estructura y propósito inició con la invención de la imprenta en el siglo XV y ha continuado a lo largo de los siglos; sin embargo, la digitalización ha supuesto un avance muy grande para el periodismo y la necesidad de adaptarse a los cambios en la industria, incluyendo su entrada al mundo de las redes sociales.
Los avances tecnológicos han transformado a la sociedad y la forma en que se produce y consume la información, lo que plantea nuevos retos. La proliferación de redes sociales ha democratizado la creación de contenidos, además ha facilitado la difusión de noticias falsas, la polarización de la opinión pública, la posverdad y el surgimiento del periodismo ciudadano.
Cabe señalar que en este siglo es más evidente la vulnerabilidad de la sociedad debido a la desinformación, ya que el avance de las fake news es continuo y constante. La lucha contra la desinformación requiere de una profunda verificación de fuentes y la alfabetización mediática de la ciudadanía, labor que también será responsabilidad de los periodistas.
Por otra parte, el ejercicio del periodismo requiere dedicación, pues como mencionaba Gabriel García Márquez, el periodismo es pasión que consume para dar paso a la satisfacción de contar historias que importan, de construir la realidad de manera verídica.
Así mismo, debe resaltarse que la creciente concentración de la propiedad de los medios, el uso de plataformas y los intereses políticos pueden limitar la libertad de expresión y la independencia editorial, estos últimos son valores por los que se tendría que mantener una lucha sin tregua.
Por último, el 8 de septiembre se conmemora el Día Internacional del Periodista en homenaje al checo Julius Fučík, reportero ejecutado por los nazis en 1943. Dicha conmemoración permite reconocer a los que ejercen la profesión de informar y que permanecen como guardianes de la verdad en un mundo repleto de falsas noticias, polarización y manipulación.