La UNAM, quizá no es tan liberal
Por Javier Solórzano Zinser
Claudia Sheinbaum conoce las entrañas de la UNAM. Sabe de primera mano lo que son sus innumerables virtudes y de lo que adolece.
Las innumerables áreas de conocimiento y el proceso de enseñanza-aprendizaje, investigación y difusión de la cultura le han permitido a la UNAM ser elemento fundamental para conocer problemas y alternativas para el país. La futura Presidenta lo sabe porque además ha sido parte de manera integral de todos estos procesos.
Por más críticas que ha recibido en los últimos años desde el poder político es evidente que por la universidad pasa el país. El Presidente la ha señalado en diversas ocasiones sin quedar claro lo que busca, es probable que tenga que ver con la crítica que se hace desde la universidad a su Gobierno y estrategias.
En la UNAM a diario se establece en sus diferentes institutos un diagnóstico-país que permite conocer por dónde se pueden desarrollar estrategias que sirvan en todos los ámbitos. La creación del conocimiento pasa por miradas plurales y por un incesante debate en las aulas y los institutos.
La UNAM es por principio una institución que tiene a la crítica y autocrítica como uno de sus ejes fundamentales. Su relación con el poder nunca ha sido sencilla, porque a menudo incomoda a los gobiernos y a diferentes sectores de la sociedad.
Muchos de sus egresados cuando se integran al mercado de trabajo, en particular a los gobiernos, van olvidando lo que significa para la universidad la crítica y la autocrítica, es uno de sus instrumentos fundamentales y una de sus razones de ser. Es lo que a lo largo del desarrollo académico de sus estudiantes enseñó con convicción, pasión e intensidad, que ahora esto pase a segundo plano no es responsabilidad de la UNAM.
López Obrador se ha dedicado en los últimos años a señalar a la universidad perdiendo de vista lo que pasa en su interior, quizá la quiere seguir viendo como cuando estudiaba en Ciencias Políticas. A pesar de ser egresado y de que parte de su equipo también lo es, a lo que hay que sumar que algunos de ellos y ellas dan clases en la institución, presumimos que ello les permite tener el termómetro de lo que pasa en las aulas y en la cotidianidad universitaria.
Acusar a la universidad de neoliberal es meterla en un diagnóstico que está muy lejos de explicar lo que ha sido la institución en los últimos años. Es un camino simplón de lugar común para ubicarla en los terrenos de la obsesión presidencial de que el pasado nos condena y que la universidad que tenemos tiene una parte abyecta de ese pasado.
La futura Presidenta ha sido cautelosa en la crítica, pero o no le ha quedado de otra que subirse a la crítica presidencial o realmente piensa que tenemos una universidad definida de manera simplona como neoliberal o algún día de esto conoceremos realmente cómo la ve.
Hay muchas cosas en la universidad que se tienen que mejorar, pero sus esencias no cambian y quienes forman parte de la comunidad universitaria la defienden no sólo por defender a la institución, sino fundamentalmente por lo que significa.
Claudia Sheinbaum lo debe saber muy bien. Seguramente estos días lo ha recordado, porque un buen número de funcionarios que ha seleccionado para su gobierno son egresados de la UNAM. Es personal capacitado que fortalece además no solamente la posibilidad de nuevos lineamientos en la gobernabilidad, sino también la certeza del conocimiento y la formación académica plural y de alto nivel que ofrece.
La futura Presidenta acude a la UNAM, porque sabe lo que sucede en la institución, en sus institutos de investigación, en las aulas y en el espíritu que la forma; quizá viéndolo bien no es tan neoliberal.
RESQUICIOS.
La maestra Patricia Andrade murió de manera absurda el domingo en la playa Villa Rica, Veracruz. Fue una extraordinaria académica de la Universidad Veracruzana que conocimos como alumna y como destacada profesional. Iba un paso adelante en el estudio de la comunicación; ya se le extraña.