Las singulares prisas de septiembre
Por Javier Solórzano Zinser
No hay un solo indicio de que quieran modificar la reforma al Poder Judicial. Más bien lo que hay es una singular prisa que pareciera que lo que intenta es entregar la reforma al Presidente antes de que acabe su mandato, hasta pareciera que se la quieren entregar de regalo de despedida.
Como parte de las formas políticas con partidos brutalmente poderosos que giran en función del Presidente y del culto a la personalidad, no ha surgido una sola voz al interior de la mayoría que busque reflexionar sobre lo que se está haciendo y las consecuencias y secuelas que pueda tener.
El uso de lenguaje por parte de legisladores morenistas en defensa de la reforma es una manifestación de una especie de regodeo de lo que están haciendo. Saben que pueden pasar por encima de la oposición y de una opinión fundamentada de especialistas, analistas y académicos.
La prisa los está llevando a tal grado que quieren presentar la iniciativa el mismísimo 1 de septiembre, día en que entra en funciones el nuevo Congreso que, como es público, tendrá una mayoría calificada en la Cámara de Diputados y necesitará sólo de tres senadores de oposición, lo cual no se ve muy difícil que digamos, para alcanzar la mayoría calificada.
Por más que tengan la mayoría para aprobar la reforma es claro que el asunto está escalando. Lo más delicado que pudiera suceder es que se menosprecien las manifestaciones de las y los trabajadores del Poder Judicial.
Lo que muy probablemente sucederá, de hecho en algún sentido está pasando, es que desde el Gobierno se les ataque de manera directa a todas y todos los que se están manifestando en todo el país en contra de la reforma.
A todo esto se viene a sumar un ambiente ríspido en el cual no se vislumbra la posibilidad de que haya entendimientos más allá de lo que quiera la mayoría en el Congreso y de lo que quiere el Presidente y su sucesora.
Es cierto que se tienen que ver con cuidado las reacciones contra la reforma que se han presentado desde el exterior. La razón estriba en que hay una delgada línea entre la intromisión en asuntos de nuestro país y la exigencia de quienes quieren respeto a las reglas convenidas en conjunto como eje para fortalecer el entendimiento con México en el marco del derecho, la economía y la civilidad.
Puede resultar paradójico, pero pareciera que si a alguien le ha venido bien la crítica desde el exterior es a López Obrador que ha encontrado en ella el recrudecimiento de su discurso nacionalista, y, sobre todo, lo ha llevado a un plano nacional, lo cual pudiera eventualmente ser parte de una estrategia para defender lo que bien podrían ser “los intereses de la nación”.
Al mismo tiempo aparece un escenario que seguirá definiéndose a lo largo de los días y que por ahora no se ve claro. El Presidente podría lanzarse con todo vía este lance, lo importante sería ver qué haría la Presidenta electa, porque si alguien va a heredar el problema es evidentemente ella.
De nuevo aparecen las inquietudes respecto al papel del Presidente en todo este proceso, el cual, sin duda, está marcando un hito en la historia del país. De manera inevitable aparecerán más especulaciones sobre el destino inmediato de López Obrador.
Al mismo tiempo que esto sucede se va a aprobar en los primeros días de septiembre la desaparición de siete institutos autónomos, particularmente el Inai. La importancia radica en que deja a la sociedad aislada, fuera de la transparencia, rendición de cuentas y protección de datos personales, lo cual bajo la fórmula que quiere el Presidente quedaría en manos del propio Gobierno, o sea el Gobierno viéndose en su propio espejo.
Traen una prisa inexplicable en medio de muchas dudas y pocas certezas
RESQUICIOS.
No vaya a ser que la defensa que el Presidente y su sucesora vienen haciendo del gobernador de Sinaloa termine por someter los interesantes impulsos iniciales de la FGR sobre el caso; por más que el personaje “dé la cara” está en el centro del huracán.