Quebradero

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¿No pasa nada aunque pase?

 

Por Javier Solórzano Zinser

No van a parar las secuelas y consecuencias del secuestro, entrega o detención de El Mayo, porque implica a los gobiernos de México y EU, y porque podría poner al descubierto los innumerables vericuetos bajo los cuales se establece y desarrolla el narcotráfico en nuestro país y en EU  y su relación de complicidad con las autoridades.

No es un asunto menor la malograda investigación de la Fiscalía de Sinaloa sobre el entorno del caso. Quedó claro el desaseo y lo que bien se puede presumir intenciones por confundir los hechos en la búsqueda de distraer aún más las cosas. La Fiscalía debe una explicación del porqué llegaron a dichas conclusiones, las cuales han sido desacreditadas por la instancia federal.

De nuevo estamos en terrenos en donde pareciera que no pasa nada, aunque pase. No es pregunta ociosa saber cómo es que hicieron y con qué fines una investigación tan confusa y que la dependencia que la hace quede sin cabeza sin que haya repercusiones más allá de una renuncia.

Es difícil pensar que fue una confusión. Más bien se presume que puede haber una intención concreta por distraer las cosas, insistimos las razones de su “investigación” se tendrán que explicar vía la Fiscalía y también se tendría que preguntar al gobernador su opinión sobre lo sucedido, no sólo por la conversación que sostuvo con la fiscal, por cierto, con fama de ruda.

El titular del Gobierno de Sinaloa asegura que todo está transparente, pero los hechos lo van atajando continuamente. El Presidente ha salido en su ayuda al igual que la Presidenta electa, junto con la caballada de gobernadores morenistas; uno de los meollos del asunto está en que si en un asunto de esta envergadura basta con creer lo que dicen las autoridades.

Los antecedentes de lo que se ha vivido a lo largo de décadas en Sinaloa son para poner los focos rojos por doquier. La poderosa e influyente presencia del llamado Cártel de Sinaloa obliga a que las investigaciones sean profundas y que no baste con aquello de “dar la cara”, lo cual es en sentido estricto lo mínimo.

El asesinato de Héctor Melesio Cuén es pieza clave. Recordemos que el narcotraficante abrió la posibilidad de que el político sinaloense hubiera sido asesinado en el mismo lugar en que fue, según la carta que dio a conocer su abogado, “secuestrado”.

Por más que intentan acomodar las piezas no lo logran. Es cuestionable el inesperado viaje del gobernador a Los Ángeles, así como el avión en que se transportó. Es cuestionable el  porqué El Mayo habría asistido a una reunión con personajes políticos del estado de alto nivel, lo que lleva a pensar que no era la primera vez que esto sucedía, no pareciera que un personaje como Zambada pudiera caer en el garlito tan fácilmente.

Seguramente había antecedentes y ésta fue la razón por la cual el narcotraficante habría acudido en una especie de buen componedor, en función de la fama que tenía de ser un negociador, al tiempo que cuando las cosas no salían era terriblemente sanguinario. Existían antecedentes de una presunta relación entre Melesio y Zambada y además en diferentes entrevistas el gobernador sin explicitar reconoció la importancia de “convivir” o algo parecido en función de la situación que se vive en Sinaloa.

Uno de los centros de atención de la investigación está en lo que hicieron y no hicieron las autoridades de Sinaloa. Pareciera que todo se resuelve con que la fiscal renuncie, como si no tuviera responsabilidad en una investigación de tanta importancia para el país, no sólo para el estado. La fiscal tendrá que explicar cómo se pudo llegar a una conclusión siendo que es totalmente diferente a la que tiene la FGR.

No podemos quedarnos en el no pasa nada cuando sí pasa.

RESQUICIOS.

López Obrador se va a tener que definir con claridad con Venezuela. Se ha ido no casualmente aislando. Brasil y Colombia son quienes ofrecen interés y alternativas, sería lamentable salir de la ecuación y más como están las cosas.