Quebradero

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No se trata de pintar la raya…, pero

Por Javier Solórzano Zinser

Insistimos que no vislumbramos un rompimiento entre el Presidente y la futura mandataria.

Tienen orígenes y pensamientos comunes y no hay indicador que muestre diferencias entre ellos. Claudia Sheinbaum es la candidata y presidenta que quería López Obrador. Es probable que el Presidente haya visualizado todo esto desde antes de ganar la Presidencia en el 2018.

En su sexenio vino a confirmar sus perspectivas e intenciones. Desde un principio quedó claro que era su corcholata favorita y se encargó de hacerlo saber de diferentes maneras ante lo cual Marcelo Ebrard nunca se atrevió de hacerlo ver, a pesar de que en varias ocasiones señaló la forma en que desarrollaba su precampaña “la señora”.

No somos de la idea que el Presidente ha pensado en Claudia para extender su personal mandato. En lo que no hay duda es que encontró en ella la posibilidad de que su proyecto pudiera consolidarse a su imagen y semejanza. La futura presidenta fue entre los precandidatos del oficialismo la que tenía las mejores cartas para continuar con la llamada 4T.

Sheinbaum viene de los orígenes del movimiento. A diferencia de Ebrard tiene su origen en causas sociales y de todos los candidatos, junto con Fernández Noroña, es incuestionablemente de “izquierda”. Es cierto que la definición y concepto sobre lo que es de izquierda está manoseado y en muchos casos genera enorme confusión, pero es claro que significa una definición clara de causas sociales, políticas, ideológicas y económicas.

Estaba cantado que Claudia sería la candidata y casi segura presidenta, las elecciones se encargaron del resto. Sin embargo, no estaba claro qué podía pasar en este escenario y cuáles serían las reacciones de un Presidente que ha concentrado de manera categórica el poder.

López Obrador no solamente tiene una alta popularidad, sino que no ha dejado de ejercer el poder y no le ha dado opciones plenas a Claudia Sheinbaum, de no ser la de acompañarlo en sus giras del adiós en donde la futura presidenta ha sido prudente o no le ha quedado de otra que serlo.

El Presidente no le ha permitido capacidad de maniobra a la virtual presidenta electa. En más de una ocasión va un paso adelante, como sucedió recientemente con el “destape”, por llamarlo de alguna manera, de tres funcionarios del sector salud, para proponerlos para que sean ratificados en el cargo en el cual están.

El sector salud ha sido muy cuestionado a lo largo de este sexenio. Tarde que temprano le van a pasar la cuenta a más de un funcionario por la forma en que se desempeñaron, el caso más visible es el de López-Gatell y la pandemia.

Una de las cosas que va a tener que hacer la futura presidenta es incrementar el presupuesto en materia de salud, el cual fue disminuyendo a lo largo del sexenio hasta quedar en 3%. Las multicitadas Dinamarca y Canadá destinan a su sistema de salud al menos el 6% de su presupuesto.

Claudia Sheinbaum va a tener que hacer muchas cosas para revertir tendencias y deficiencias del pasado y otras más, por cierto no pocas, que ya son responsabilidad de este sexenio. Sin dudar de la capacidad de los personajes propuestos por el Presidente habría que ver qué piensa de ello el próximo secretario de Salud, y, por supuesto, la futura presidenta en función del diagnóstico que tenga del sector.

Quizá la futura presidenta tendrá que tomar ciertas decisiones contra su propia voluntad. Tiene que buscar tener capacidad de maniobra para que se le pueda ver en lo individual con fuerza y autonomía.

No se trata de pintar la raya como se ha dicho. No se trata de oponerse a López Obrador, sino que ella vaya construyendo su propio camino.

RESQUICIOS.

Cuando el Gobierno no quiere que se conozcan ciertos asuntos los manda a la reserva. La búsqueda del general Catarino Erasmo Garza en Panamá nos costó a todos los mexicanos, pero resulta que mandaron las solicitudes de información a reserva hasta 2029, como si se le fuera la vida al país en su seguridad nacional.